La caricia final es la canela sobre la espuma
El símbolo del
vaivén de los ciclos, del eterno nuevo comienzo, el café nuestro de cada
mañana. Así comenzamos el 23, así comenzamos cada año de nuestra vida y así
comenzamos todas las mañanas del mundo (diría el buen Pascal Quignard). El café
es cosa seria en esta casa. El ritual dice que el grano ha de molerse para
después ser arrojado a la prensa francesa, pero les voy a contar un secreto: el
toque de embrujo se lo dan las tres o cuatro vainas de cardamomo que agregamos
a la prensa. Yo suelo beberlo más negro que mi alma mientras que Carol opta por
ponerle leches diversas, pero en estos días recibimos de regalo una espumadora
láctea y yo he cedido a la tentación y la herejía de suavizar la negritud de mi
potaje (solo por hoy). La caricia final es la canela sobre la espuma.
La primera de 365 jarras ha sido preparada y ya humea en
la cocina. El engranaje neuronal vuelve a girar. Ahora sí, que comience el 23.