La portada
Tal vez las ediciones
impresas de los periódicos se mueran más temprano que tarde, (aunque en
cualquier caso ya vivieron más de lo pronosticado por sus detractores). Lo que
en definitiva no va a morir (o al menos no pronto) son las portadas. Aunque la edición
digital del diario se esté renovando cada media hora y aunque el medio en cuestión
ni siquiera se imprima, uno como lector desea una portada del día. Una sola.
La portada es una suerte de
acto sacramental de la edición, una declaración de principios del medio de comunicación.
Es en la portada donde se pone a prueba el talento y la creatividad de un
editor para elegir la frase contundente y la foto adecuada. Vaya, una portada
puede llegar a ser, en algunos casos, una obra de arte para enmarcarse.
El espíritu de la época enaltece la inmediatez y la brevedad. En la
despiadada carrera parejera que celebran cada día los medios informativos, la
obsesión es ser siempre el primero en dar la nota, anticiparse por dos minutos
al twit o al post de la competencia. La información que se dio en la mañana es
ya es muy vieja al atardecer. Esa bestia siempre hambrienta e insaciable
llamada opinión pública exige información fresca y novedosa a cada momento.
Pese a ello, uno espera siempre con ansias la portada. No es que pretendas
saber algo que no sabías, sino cómo cada
medio sintetizó e interpretó un momento
histórico.
Por ejemplo, el 18 de
diciembre por la mañana, Argentina se coronó campeona mundial después de un épico
partidazo contra Francia. Pasaditas las 9:30 a.m. millones de personas veíamos
a Messi levantar la Copa y tuvimos toda la tarde del domingo para chutarnos
repeticiones de los goles, crónicas de color, análisis, reacciones, entrevistas.
No creo que hubiera una sola persona que no supiera quién ganó el Mundial. Pese
a ello, somos muchos quienes esperábamos con ansias las portadas de los
periódicos del 19 de diciembre. Ojo, cuando la portada del triunfo albiceleste
se imprimió y salió a la calle, habían transcurrido ya 20 o 22 horas desde el
silbatazo final. En teoría, para los parámetros del Zeitgeist actual, es una
noticia ya muy vieja y sin embargo deseas ver esa portada histórica y de ser
posible tenerla en tus manos.
Lo mismo aplica a la muerte de
Pelé o a la captura de Ovidio Guzmán. Ambos hechos ocurrieron en la mañana y
aunque ya tuviste todo el día para indigestarte de reacciones y teorías de
opinólogos, uno espera la mañana siguiente para ver la portada en cuestión. La
portada te dirá algo que ya sabes, pero lo importante es saber cómo te lo va a
decir. A ello súmale una buena crónica, un agudo análisis, una ingeniosa
caricatura. No, a mí no me basta con un twit o un TikTok o un resumen en YouTube.
Yo soy de la vieja escuela y el momento cumbre es cuando la gran noticia se
inmortaliza en una frase y una foto.