La nicotina cumple con poner en orden mis ideas y a veces arroja un poco de furtiva inspiración
Salgo al patio
a consumir mi primer cigarro matutino. Aunque había hecho la manda de dejar de
fumar si mis gemelitas salían con éxito de la incubadora, lo cierto es que el
tabaco es un vicio terco. Por ahora he logrado reducirlo a cinco cigarros por
día. El cigarro de media mañana, los imperdonables de sobremesa y los dos nocturnos. La nicotina cumple con
poner en orden mis ideas y a veces arroja un poco de furtiva inspiración.
Aunque lo correcto habría sido invitar a José Inés a proseguir la planeación
cigarro en mano, lo cierto es que siento una inmensa necesidad de estar solo.
El tabaco me está cayendo de maravilla. Imagino la tensión que en estos
momentos embarga a mil y un jefes de información alrededor de todo el mundo,
hordas de tipos que desempeñan funciones idénticas o similares a las mías pero
cuyas vivencias serán sin duda mucho más fascinantes. Pienso en los que en este
momento caminan cámara en mano entre los
escombros ardientes, enfocando cadáveres o recogiendo el testimonio de los
sobrevivientes mientras yo me preparo a presentar como la gran noticia a un
obispo de pueblo que nos llama a rezar. Pienso en los colegas de grandes
cadenas del mundo que en este preciso instante ya preparan su vuelo a Nueva York para dar seguimiento a la
tragedia desde el lugar de los hechos. Sin
duda los grandes medios nacionales mexicanos están preparando ya a sus enviados
especiales y López Dóriga contará con tres o cuatro corresponsales que estarán
enviándole reportes en vivo desde los escombros de las torres, mientras yo, el
López Dóriga del ranchito, debo conformarme con imágenes refriteadas mientras
anuncio bombásticas entrevistas exclusivas con los grandes nombres de Monclova.
Reparo
entonces en lo mucho que necesito otro cigarro. Y pensar que conozco tan bien
Nueva York, mucho mejor que muchos de los que ya van en camino en calidad de
enviados especiales de grandes televisoras millonarias. Con poquísimos recursos
me las arreglaría para poder armar una cobertura memorable, pero en esta vida
me ha tocado ser el centro delantero de un equipo pichicato.
Suena mi
celular. Deseo que sea alguno de los reporteros con alguna noticia bomba. Hallan célula terrorista en Coahuila,
descubren que los atentados se planearon en el desierto de Cuatro Ciénegas y
confiesan que el próximo objetivo sería la catedral de Saltillo, pero no es
ninguno de mis enviados...