La vida es absurda y está llena de absurdos. El futbol es uno de mis absurdos favoritos.
Además de la belleza intrínseca del juego y
de lo fascinante de sus planteamientos tácticos, lo que más me apasiona del
fútbol es que muy a menudo es mucho más que fútbol. Rueda el balón y con él rueda la cultura, la geopolítica, la psicología
social, los instintos tribales, los nacionalismos, nuestras emociones primarias.
Sí, me podrás decir (y no pienso desmentirte) que esencialmente es un
grandísimo negocio, encarnación del capitalismo más salvaje, pero aún en la
danza y la lavandería de los dólares, permanece un sentimiento auténtico que
tiene que ver con lo más profundo de lo que nos hace ser humanos.
Aún si odias este deporte o si eres
indiferente a él, necesitas tomarlo como referencia o plataforma si pretendes hacerte una idea sobre la esencia y el Zeitgeist de la humanidad en los Siglos XX y XXI.
Cuando eres aficionado a los patéticos y
aburridísimos deportes estadounidenses,
todo se limita espectáculo, estadísticas, récords, show de medio tiempo y
anuncios. Ahí acaba todo. En cambio, en el futbol suele siempre haber algo más. Mucho más
Tal vez los negocios de la FIFA y los jeques
qataríes sean pura y vil morralla sucia, pero la emoción de un niño o un adolescente magrebí que vive en Saint-Denis o en la marginal
periferia de Marsella es absolutamente real y es idéntica en intensidad a la de
un niño de las favelas de Río o de las villa miserias de Buenos Aires. Cientos
de millones de jóvenes patean pelotas percudidas en canchas enlodadas frente a
porterías sin redes o un vil par de piedras en el pavimento en todos los
rincones del planeta. Tú las has pateado, yo las he pateado. Cierto, solo uno
de los diez mil que alguna vez jugamos futbol llegará a cobrar un centavo
por jugar y de ellos, solo unos cuantos
jugarán una Copa del Mundo. Pero más allá de que juegues o no juegues, la emoción
es genuina. El Mundial desata las pasiones. En estos días hasta los no
futboleros hablan de este deporte y los políticos le sacan su buena raja.
Ahí están en Qatar el presidente de Francia, la presidenta de Croacia o el rey de
Marruecos. Saben que en la cancha se disputa mucho más que un balón. Varios
miles de personas a lo largo del mundo han volteado a ver a Marruecos por
primera vez y acaso por accidente han conocido un poco de su cultura y
tradiciones y ahora saben que ahí hay una ciudad llamada Casablanca a la orilla
del Atlántico y otra llamada Fez. Creo que millones de personas en el planeta
saben de la existencia de Croacia y sus cuadros rojos gracias al futbol, de la
misma forma que en las Olimpiadas de 1928 muchos europeos se enteraron de la
existencia de un pequeño país sudamericano llamado Uruguay que les comió el
mandado.
Nuestro planeta es una gran diáspora, un
mundo migrante. Somos una especie animal que emigra en masa y abandona
pastizales secos en busca de tierras fértiles. En el momento en que escribo
esto, decenas de miles de personas están migrando, empezando por nuestra
Tijuana. ¿Qué es hoy en día una selección de Marruecos? Un conglomerado de veinteañeros
hijos de padres marroquíes que nacieron en los países a donde sus padres
emigraron buscando una mejor forma de vida, pero que conservan lengua, gastronomía,
religión, algunas tradiciones. ¿Qué es hoy la selección de Francia? Otro
conglomerado de veinteañeros hijos de africanos que por azares de la migración
fueron a nacer en Francia. Y así en toda Europa. Hasta la súper estricta Suiza,
con sus duras leyes de migración, tiene de goleador a un camerunés.
¿Qué significa ser francés o ser inglés en
2022? ¿Qué significa ser marroquí? ¿Qué significa ser mexicano? A estas alturas
ya es absolutamente absurdo hablar de una raza y de todo corazón deseo que
algún día sea absurdo hablar de religión. Tal vez los nacionalismos sean esencialmente
nocivos, pero existen y nos reflejan. Antes hubo ciudades- estado, reinos,
feudos, principados. Después se inventó el estado-nación. ¿Qué habrá dentro de
un siglo? ¿Seguiremos hablando de países como lo hacemos ahora? ¿Habrá un México
y una Argentina en el 2150? ¿Seguirá teniendo sentido esta división geopolítica
que aún subsiste, o estaremos divididos entre mortales y amortales, humanos
silvestres y robots cono nano chips e
inteligencia artificial? ¿Seguirá siendo popular el futbol dentro de un siglo? ¿Se
reirán nuestros tataranietos de esta pasión cavernícola que hace temblar al
planeta? Probablemente, pero mientras tanto disfrutémosla. La vida es absurda y
está llena de absurdos. El futbol es uno de mis absurdos favoritos.