Eterno Retorno

Tuesday, April 12, 2022

En la agonía del verano del Año del Búfalo

 

En la agonía del verano del  Año del Búfalo, mientras los gorilas de Pinochet bombardeaban  la Moneda en Santiago y Salvador Allende se inmolaba en su despacho,  mi madre debe haber empezado a notar que algo no marchaba con regularidad, mientras la prensa regia celebraba el golpe pinochetista. En aquel moribundo verano la gran noticia en Monterrey fue el asesinato de Eugenio Garza Sada a manos de un comando de la Liga 23 de Septiembre que intentó secuestrarlo. Iniciaba la guerra frontal entre el Grupo Monterrey y el presidente Echeverría y una conjura secesionista se fraguaba en los altos de Chipinque. Para mi padre, la gran tragedia de aquel año fue sin duda la eliminación de la selección mexicana de futbol en el brujo pre-mundial  de Haití, un torneo donde los alfileres clavados sobre muñequitos vudú con camiseta verde bastaron para dejar fuera a los mexicanos del mundial de Alemania.  

La afición de mi madre por Hermann Hesse había determinado que me llamaría Demián, pero una canción de Elton John resultó ser más potente que el vencedor de Franz Krommer. La canción, compuesta por Elton en 1973 en coautoría con el letrista Bernie Taupin,  habla de un veterano de la Guerra de Vietnam que ha perdido la vista y huye despavorido rumbo a España, buscando dejar a atrás el trato  de héroe de guerra lisiado que se le da en su pequeño pueblo texano donde su familia lo asfixia. Al personaje se le habla en segunda persona desde la voz de su hermano menor. Daniel es su nombre y en hebreo significa “Dios es mi juez”.

Podría decir que el Año del Tigre fue un tiempo convulso, pero eso sería caer en un odioso lugar común. Convulso es cualquier año y cualquier día en este mundo. En aquella primavera-verano del 74, mientras Rush grababa su primer disco y Ramones daba su primera tocada ante 30 personas,  Patty Hearst y sus secuestradores asaltaban el Hibernia National Bank,  en Portugal estallaba la Revolución de los Claveles y Perón pronunciaba su último discurso en Argentina antes de entregarse de tiempo completo a las garras de  su agonía. México seguía siendo el país de no pasa nada y los medios vendían la idea de una calma chicha mientras  la moneda se desinflaba y la soldadesca de Acosta Chaparro peinaba la sierra guerrerense cazando a Lucio Cabañas.

Fui concebido en el Año del Búfalo pero nací en el Año del Tigre. Bajo las calles de Mexicali,  en los subterráneos  laberintos de La Chinesca, me los encontré a ambos. Hace unos días presentamos el libro de Javier Pérez Andujar @psicofonia33 y hoy búfalos y tigres me salen al paso a cada momento y me mandan extrañas señales. Algo quieren decirme estos animalejos.