Lazcano en el Sótano del Jabalí
Carlos Lazcano es un personaje sui generis, absolutamente atípico en la cartografía cultural mexicana. Es, ni duda cabe, el historiador que con mayor dedicación y profundidad ha estudiado los orígenes de la Antigua California. Nadie como él se ha sumergido en la arqueología peninsular yaciente en rocas milenarias ni ha detallado tan a fondo las exploraciones de antiguos navegantes y misioneros por nuestras costas, desiertos y montañas. No solo ha narrado los viajes de Hernán Cortés y Rodríguez Cabrillo, sino que ha documentado cada pequeño detalle del periplo del padre Eusebio Kino o la vida cotidiana en las misiones. Fascinante también su estudio comparativo sobre los más antiguos mapas insulares y peninsulares del Siglo XVI.
Nativo de Ensenada y formado como investigador en el Instituto de Geografía de la UNAM, es hoy en día el historiador que más a fondo conoce los secretos de la Antigua California.
Sin embargo, una de las facetas no tan conocidas y sin duda más fascinantes de la vida de Carlos Lazcano, es su labor como espeleólogo. A menudo estereotipamos al historiador de carrera como un personaje que vive confinado en una biblioteca, explorando las profundidades de ancestrales archivos, pero Carlos explora también otro tipo de abismos, más profundos y sin duda más peligrosos.
Lazcano ha explorado cientos de cuevas alrededor del mundo y no pocas veces ha puesto en peligro su vida desafiando la oscuridad en estrechos y herméticos abismos en donde nunca en millones de años ha penetrado un rayo de luz.
La espeleología, narra Carlos, le ha ayudado a tener una mayor conciencia de su libertad y a ejercerla a plenitud, asumiendo los costos que ello implica ya que acceder a semejantes abismos es un privilegio que pocos seres humanos pueden alcanzar. En las ciudades hay mil formas fáciles de atarnos, pero salir a buscar lo ignoto y explorar las entrañas del planeta implica un verdadero esfuerzo y renuncia. Los caminos de la libertad nunca son sencillos
Hoy Carlos Lazcano acaba de concluir un fascinante libro en donde narra sus experiencias explorando algunas de las cuevas más profundas del país.
En Crónicas subterráneas de la Sierra Gorda, el espeleólogo ensenadense detalla los peligros que tuvo que sortear explorando cavernas en la sierra queretana.
Ahí narra sus sensaciones al descender, como Don Quijote en la Cueva de Montesinos, al tenebroso Sótano del Jabalí, uno de los más profundos de la Sierra Gorda. Carlos nos platica que al empezar a descender por el abismo dimensionó su real profundidad pues no solo no se apreciaba su fondo, sino que el ruido de las rocas al caer simplemente se perdía en la hondura.
El aspecto del Sótano del Jabalí era tenebroso y poco acogedor, pero el deseo de poder explorar una abismal profundidad inaccesible fue más fuerte. También nos narra el descenso, entre otros, al Sótano de las Coyotas y a muchas de las más de 800 cuevas que hay en la Sierra Gorda en donde sin duda quedan muchas profundidades sin explorar.
Hoy, gracias a la tecnología satelital, Google maps nos muestra casi cualquier rincón de la superficie de la Tierra. Desde nuestra pantalla podemos ver el aspecto lejanísimas ciudades en otros continentes. Sin embargo, son muy pocos los que han visto con sus ojos lo que yace a cientos de metros de profundidad, en las abismales tinieblas. Celebro que Carlos Lazcano haya concluido este libro cuyo manuscrito he tenido el privilegio de hojear y espero con ansias el momento de su publicación.