Eterno Retorno

Friday, October 29, 2021

Para ti el arte fue el fin y la Revolución fue solo un pretexto

 



 

Me gusta el pincel y la brocha, ellos son también extensiones de mi cuerpo, pero a la hora de verdad elijo la ametralladora. Esa también la manejo con maestría.   ¿Tú en qué combate estuviste Diego? ¿En qué escaramuza tuviste que tirarte pecho a tierra? ¿Cuándo disparaste una carabina? Los peligros más duros que sorteaste han de haber sido las tormentas que en casa te armaban tus viejas por andar de casquivano y las trincheras las has de haber montado en la cocina cuando te acribillaban con la vajilla o te surtían a sartenazos. No Diego, no te lo estoy echando en cara. Cada quien vive su vida como puede, pero como artistas tenemos motivaciones harto distintas. Al final de cuentas pudimos estar o no estar, pero aquí lo importante es cómo carajos vivimos.

 Yo concebí y concibo la Revolución como una parte de mi ser, como el color de mis ojos o la fuerza de mis músculos. Tú en cambio fantaseabas con ella. Te fascinaban mis relatos, tanto, que acababas narrándolos como si fueran tuyos. Eras genial como pintor y como mitómano. Poseías tal capacidad para combinar armoniosamente los colores, que a veces creía ver luz en tus dedos cuando tomabas el pincel. Yo me moría envuelto en la bandera roja de la revolución proletaria y tú te inmolarías en el altar de las formas puras de tu creación plástica y con los elaboradísimos mitos paridos por tu imaginación desbordada. Yo siempre le fui fiel a la bandera roja, por encima incluso del arte y de la familia y tú, Diego, no le fuiste fiel a nada ni a nadie, empezando por Frida, o en realidad por todas tus mujeres. La fidelidad nunca fue lo tuyo, ni en la política ni en las faldas.

Sí, no puedo negarlo, también me hubiera gustado vivir tu vida, con esa sensualidad desbordada, así panzón como estabas, y dejarme envolver por esa inacabable borrachera de arte y mujeres. Para ti el arte fue el fin y la Revolución fue solo un pretexto, un buen tema para desparramar colores por las paredes del mundo. Para mí, en cambio, el arte fue el medio y la Revolución el fin último, la razón de todos mis esfuerzos. O no sé, a lo mejor me equivoco. A lo mejor para ti el arte fue también un medio para conquistar mujeres y poder fanfarronear y para mí la Revolución fue solo el pretexto para dar rienda suelta a mi furia, para no castrar mi rabia y seguir tronando mis chicharrones. Sí, no te miento: hay días como hoy en que me pregunto para qué carajos me he pasado la vida peleando. Para qué consumir mi adolescencia en la tropa carrancista y el Ejército del Noroeste; para qué ir a España a jugarme el pellejo en las trincheras republicanas. Para qué alebrestar a los ferrocarrileros y a los maestros. ¿Qué me ha dejado la Revolución? Por ahora mi única herencia es esta pinche celda milimétrica, esta ratonera oscura donde me las debo arreglar para  pintar en tinieblas. No Diego, el mundo no cambió. Sigue siendo tan canijamente desigual e injusto. ¿Valió la pena tanto plomo mal gastado en cuerpos innecesarios? ¿Tú crees que valió la pena?