No fueron las pastillas, tampoco los hombres de gris…fue el canijo Charly!!!
No, yo no quería volverme tan loco…pero me volví. Lo conducente, lo propio,
el único camino posible en este día de octubre, es destapar un licor malevo y brindar a la salud de este
divino loco (otro whisky, y ya van mil, yo me pregunto entonces si aún estarías
aquí, cuando yo no era nadie, y no tenía plata en el bolsillo). Llegué a él en
el verano 87, en los tiempos en que mi regia adolescencia estallaba en bailes
donde tocaban No voy en tren y No me dejan salir, pero fue hasta que en una
tienda de avenida Colón pepené el Yendo
de la Cama al Living en casete que intuí la profundidad de ese viaje. Las motos
ya iban a mil y el viento haría sentir, pero aún no lo sabía. En el verano del
88, estando en el DF después de una aventura en Chiapas, me hice de Clics
Modernos, Piano Bar y Parte de la Religión. Para entonces había cruzado el
umbral sin intuir que el viaje no terminaría nunca, que viviría en éxtasis
debrayando en la ruta del tentempié y me acostaría en llamas. Para andar sin
rodeos, les diré que Charly García es sin duda el músico en español de
cualquier género al que he escuchado con mayor devoción en este mundo y sin
duda el artista no metalero al que he sido más fiel en tres décadas y media. A
mediados de los 90 corrían apuestas sobre quién se suicidaría o se pasaría
primero, si Charly o Maradona. Ambos llegaron más muertos que vivos al Siglo
XXI y renacieron de sus cenizas. Hoy solo nos queda Charly que hoy cumple como
si tal cosa 70 añitos y quiero creer que en la hielera hay algo más que limones
sin exprimir. Deuda pendiente en esta vida: nunca lo hemos visto tocar en vivo.
Carol y yo vimos tocar a Spinetta, a
Cerati, a Fito, hasta al centenario
Mariano Mores pero nunca a este bendito
demente. En fin, mientras haya vida…
Por lo que mí respecta, sigo
teniendo el vicio de dejarme llevar y poner mi cabeza en Marte. No fueron las
pastillas, tampoco los hombres de gris…fue el canijo Charly!!!
Say no more…