Impúdico azul de domingo yermo
Enero no
renuncia a las sombras largas y al cielo ya le ha gustado esto de pasearse
desnudo por el invierno.
Impúdico
azul de domingo yermo, de palabrería en fuga, de espectrales libros amodorrados.
El 21 no
nos ha caído así como nunca nos cayó el 20 y por ahora el año nuevo tiene
esencia de vía muerta. En tres días ya pepenamos la primera comida Caesars, hubo un par de incursiones al Oxxo-carnicería y
un Blitzkrieg solidario a El Día. Ni siquiera he cedido a la hipocresía de un
propósito de enmienda.
Por ahora
los karatazos de Cobra Kai han sido lo más entretenido. Nunca creí encontrar
semejante dosis de malicia narrativa en el postcuela de una peli ochentera. Si
alguien quiere un ejemplo reciente y a la mano de personajes bien armados, ahí están
mis karatekas del Valle. Hasta el momento es lo más emocionante. Eso y perseguir sombras con la cámara, buscar
con los binoculares el nido de los cuervos, reparar en lo mucho que ha pasado
sin ver un solo delfín. Distinguir un barco y un avión en la lejanía, intuir
los juramentos de monstruos dormidos, refundirse into the Black Hole como un
Mastodonte al mediodía.