Cruzando (otra vez) la frontera narrativa
Le agradezco muchísimo a Humberto Félix Berumen el haber
incluido El lobo en su hora- La frontera narrativa de Federico Campbell dentro
de su (¿canónico?) texto Los libros que todo tijuanense debiera leer. Es un
gran detalle de su parte. Sin embargo, en su inclusión Humberto se permite
hacerle una crítica. Cuando se trata de libros de ficción, yo simplemente doy
las gracias, guardo silencio y, siguiendo las enseñanzas de Rafael Ramírez
Heredia, acepto estoico y sin chistar cualquier señalamiento, pues el lector es
amo y señor del libro que lee y tiene plena potestad para interpretarlo como le
parezca (callado y sin hacer muecas aguanté las dos veces que Roberto Pliego ha
destazado libros míos). Sin embargo, tratándose de un ensayo, creo necesario
puntualizar un par de detalles que achaco a una lectura superficial, pero que
inciden en el centro neurálgico del libro. Señala Humberto Félix que El lobo en
su hora se queda corto, pues, según sus propias palabras, “Federico Campbell no
fue un narrador fronterizo por haber nacido en Tijuana, sino por ser un
narrador desterritorializado”. Pero caray colega, por supuesto que no es un
narrador fronterizo sólo por haber nacido en Tijuana. Una de las ideas
centrales del ensayo, es la profundidad de la frontera narrativa. La frontera
mucho más allá de un espacio geográfico. La frontera entre periodismo y
literatura; la frontera entre realidad y ficción e incluso la frontera entre
hemisferios cerebrales; la frontera de la memoria entre el consciente y el
inconsciente; la frontera como una condición ontológica permanente. Esa es la
frontera narrativa, no sólo el haber nacido en Tijuana, por favor. Una segunda
crítica, es que mi ensayo se queda “corto, asimismo, porque no consideró el
conflicto que Campbell mantuvo con Tijuana”. Pero caramba Humberto ¿qué libro
leíste? A ese conflicto que señalas se le dedica un capítulo entero llamado
Ítaca y Luvina. En él se ahonda en la ambivalente relación que Campbell mantuvo
con su ciudad e incluso pongo como parámetro la obra de otros autores
“desterritorializados”, como James Joyce o Juan José Saer, que narraron a
profundidad sus tierras natales desde la lejanía. Fuera de ese par de detalles
que atribuyo a una lectura poco atenta, reitero mi gratitud a Humberto Félix
por incluir el libro, pero como sé que el colega es reacio al uso de redes
sociales, asumo que no leerá este texto, así que si lo ven o se lo encuentran
por ahí, pásenle el recado y denle las gracias de mi parte.