Eterno Retorno

Tuesday, December 29, 2020

Cruzando (otra vez) la frontera narrativa

 


Le agradezco muchísimo a Humberto Félix Berumen el haber incluido El lobo en su hora- La frontera narrativa de Federico Campbell dentro de su (¿canónico?) texto Los libros que todo tijuanense debiera leer. Es un gran detalle de su parte. Sin embargo, en su inclusión Humberto se permite hacerle una crítica. Cuando se trata de libros de ficción, yo simplemente doy las gracias, guardo silencio y, siguiendo las enseñanzas de Rafael Ramírez Heredia, acepto estoico y sin chistar cualquier señalamiento, pues el lector es amo y señor del libro que lee y tiene plena potestad para interpretarlo como le parezca (callado y sin hacer muecas aguanté las dos veces que Roberto Pliego ha destazado libros míos). Sin embargo, tratándose de un ensayo, creo necesario puntualizar un par de detalles que achaco a una lectura superficial, pero que inciden en el centro neurálgico del libro. Señala Humberto Félix que El lobo en su hora se queda corto, pues, según sus propias palabras, “Federico Campbell no fue un narrador fronterizo por haber nacido en Tijuana, sino por ser un narrador desterritorializado”. Pero caray colega, por supuesto que no es un narrador fronterizo sólo por haber nacido en Tijuana. Una de las ideas centrales del ensayo, es la profundidad de la frontera narrativa. La frontera mucho más allá de un espacio geográfico. La frontera entre periodismo y literatura; la frontera entre realidad y ficción e incluso la frontera entre hemisferios cerebrales; la frontera de la memoria entre el consciente y el inconsciente; la frontera como una condición ontológica permanente. Esa es la frontera narrativa, no sólo el haber nacido en Tijuana, por favor. Una segunda crítica, es que mi ensayo se queda “corto, asimismo, porque no consideró el conflicto que Campbell mantuvo con Tijuana”. Pero caramba Humberto ¿qué libro leíste? A ese conflicto que señalas se le dedica un capítulo entero llamado Ítaca y Luvina. En él se ahonda en la ambivalente relación que Campbell mantuvo con su ciudad e incluso pongo como parámetro la obra de otros autores “desterritorializados”, como James Joyce o Juan José Saer, que narraron a profundidad sus tierras natales desde la lejanía. Fuera de ese par de detalles que atribuyo a una lectura poco atenta, reitero mi gratitud a Humberto Félix por incluir el libro, pero como sé que el colega es reacio al uso de redes sociales, asumo que no leerá este texto, así que si lo ven o se lo encuentran por ahí, pásenle el recado y denle las gracias de mi parte.