Pueta chileno
Aunque en los 18 días que le restan al 2020 aún puedo
leer bastante y llevarme una sorpresa, a estas alturas ya tengo muy claro cuál
es el libro que más disfruté durante todo este atípico año: se llama Poeta
chileno y lo escribió (cómo no) un poeta chileno llamado Alejandro Zambra,
aunque cabe aclarar que se trata de una novela y no de poesía (aunque sus
páginas están infestadas de poetas).
Un libro es ante todo un estado de ánimo y creo que esta
historia me trasmitió la vibra precisa que necesitaba en estos tiempos. Resulta
que en medio de este Apocalipsis zombie covideño lo necesario era justamente el
tono de socarrona melancolía que impregna esta historia. Siempre se agradece la
risa, y los personajes de Poeta chileno me hicieron reír muchísimo. Vaya, es
una salvaje declaración de amor a la poesía y a la vez una divina sátira, pues
Zambra se pitorrea (imposible no hacerlo) del mundo de los poetas, de sus
aferres, afanes y pretensiones. Sí, es posible (y muy sano) burlarte de aquello
que amas. Lo más chingón, ni duda cabe, fue el tono conseguido por el autor
para narrarnos ésta que es, al fin y al cabo, solo una historia de amor,
desamor e ilusiones absurdas. Un relato de familia, de filia paternal y
educación sentimental con el intrincado y tragicómico mundo de los poetas como
telón de fondo. No hay crímenes ni tinieblas o densidades ontológicas, pero sí
una buena dosis de lindo cachondeo. Por fortuna no hay tampoco ni pizca de
cursilería. Los personajes, en cualquier caso, son buenísimos.
Con Zambra me pasó algo atípico. Yo había leído hace
algunos años Formas de volver a casa y me había aburrido terriblemente. El
típico y patético caso de un narrador “post- un chingo de cosas”, pensé en ese
entonces. Es raro que yo dé una segunda oportunidad a un autor que en la
primera me resultó fallido, pero el chileno se reivindicó con sus ensayos
compilados en el volumen No leer y con Poeta chileno, de plano, me voy
ampliamente recompensado. Para mí no hay duda: fue por mucho mi libro favorito
en lo que va de este largo encierro (y mira que he leído a pasto).