Eterno Retorno

Sunday, November 24, 2019

Si el horóscopo o las galletas chinas espetaran al chile y sin tapujos la negritud del futuro inmediato, habrían tenido a bien advertirme que una fatal alienación de astros o una suma de aleatoriedades hostiles acabarían de derrumbar los despojos de mi vida en tan solo una semana. Primero me dejó mi novia, o más bien dicho acabó de largarse sin que yo alcanzara hablarle de la enfermedad mortal que están a punto de diagnosticarme y cuyos inconfundibles síntomas me carcomen. Horas más tarde certifiqué oficialmente la defunción de nuestra revista científica tras una larga vida de dos ejemplares impresos y apenas ayer se presentó un abogado con facha de guarro para decirme que debo abandonar mi departamento en las próximas doce horas o atenerme a las consecuencias. Para mi buena fortuna anoche encontré en la cantina al tiburonero y ahora tengo un lugar a donde ir, ubicado a unas 215 millas náuticas de este puerto. Fuera de esos predecibles detalles todo marcha más o menos como siempre. Claro, siendo brutalmente honesto debo admitir que todas las cosas acaecidas en la última semana eran absolutamente predecibles y pronosticables. La nota en todo caso es que ocurrieran en fila, sin tiempo para acabar de digerirlas.