Eterno Retorno

Tuesday, November 12, 2019

No sé si es el treceavo trabajo de Hércules o un descomunal proyecto de arado marino y monos de nieve en la Laguna Salada, pero lo cierto es que hemos comenzado y ya no pensamos parar. Vamos tirados a matar. La reestructuración de esa catarsis del caos a la que llamamos biblioteca es el primer paso de un emprendimiento mayor que derivará en la total metamorfosis de nuestra casa. Después de varios días de talacha jarcorera, tenemos más de la tercera parte del acervo empacado en cajas, listo para ir a morar en un temporal exilio al más puro estilo de Evo Morales. En el proceso ha sido inevitable el descarte y el sacrificio. Más de 50 libros ya fueron a parar a la mesa de donaciones de la biblioteca pública de Rosarito. Aunque presumo poseer un inventario mental aproximado de mi tesoro-monserga, lo cierto es que solo cuando buceas en las profundidades reparas en las dimensiones de la catástrofe que por herencia ha dejado este maldito vicio mío. Se los juro: ser un tecato de los libros no es un buen negocio. Tu espacio vital se transforma en un desbarrancadero y la horda de papel y tinta va comprimiendo tu hábitat, pero los buenos vicios, al menos lo que valen la pena, suelen ser más fuertes que uno. Tampoco es que sea nuevo este escenario. Siendo niño coleccioné mudanzas. En un periodo menor a diez años habité en ocho casas distintas, seis en Monterrey y dos en el Estado de México. Como desde pequeño he padecido este nivel de teporochismo bibliófilo, cada nueva mudanza significaba comprimir la biblioteca en cajas. Antes eran mis enciclopedias de animales que pesaban toneladas y hoy es una marabunta literaria de diversa y dudosa procedencia. Libros, libros y más pinches libros. Lo peor es que a la hora del armado de las cajas me suele tomar por asalto la saudade anticipada. Cada libro encarna su propia historia y además de sus compulsivas notas y subrayados, suelen arrastrar huellas y señuelos diversos que recuerdan el entorno y las circunstancias en que fueron pepenados y leídos: papelitos, boletos de conciertos o partidos futboleros, pases de abordar, itinerarios de rutas, flyers, cartas, notitas. Podría escribir una autobiografía a partir del inventario y la deconstrucción de la biblioteca. Entre libros fui concebido, entre libros nací y todo hace indicar que entre libros voy a morirme. En el inter llevo una vida entera gozándolos y padeciéndolos. Dicen que hoy es el Día Nacional del Libro y yo les celebro en grande su fiestecita, como he hecho todos los días de la canija vida .