Hace tiempo tomé la decisión de no denostar aquellas expresiones artísticas que me son radicalmente ajenas o que simplemente no entiendo, aunque en el caso de reguetón debo hacer acopio de templanza para apelar a una mínima dosis de empatía y tolerancia. Hasta ahora no he escuchado una sola canción o siquiera estrofa de ese género que sea capaz de prenderme, emocionarme, sorprenderme o motivarme. Sin embargo el género existe y convoca multitudes. Tampoco se puede decir ya que haya sido efímero, pues creo que este ritmo ya está por cumplir una década. ¿Llegará algún día a ser considerado un clásico? ¿Tendrá trascendencia o dimensión histórica por su influencia generacional? ¿Los jóvenes de hoy lo recordarán en su otoñal adultez con la nostalgia que hoy se recuerda a Beatles? No me gusta adoptar la actitud de “eso no es música, es simple basura para ignorantes”, pues imagino que esa siempre es la reacción de los adultos ante algo que no comprenden. A los padres de familia en la década de los cincuenta o sesenta el rock and roll les parecía ruidoso, degenerado e insustancial. Tal vez las barreras que me impiden comprender el reguetón son las mismas. Soy melómano y aunque lo mío es y ha sido el rock duro en todas sus variantes, puedo apreciar y disfrutar muchísimos géneros musicales en los que encuentro sustancia y complejidad artística. En el reguetón por desgracia no encuentro nada. Entiendo cómo me juzgaría un adulto cuando a mis 17 años encontraba la plenitud existencial en conciertos de Cannibal Corpse, Deicide o Carcass. Si no estás versado en el metal extremo y yo un día cualquiera te digo que el De Mysteriis Dom Sathanas de Mayhem o el Transilvanian Hunger de Darkthrone son clásicos de un género que hicieron historia e influenciaron a miles, lo más probable es que me digas que eso es una vil cacofonía infernal y que ahí no hay armonía. A lo mejor en Bad Bunny o en Balvin hay algo oculto que una tara cultural me impide comprender. A mí tampoco me gusta la cumbia ni la banda sinaloense, pero puedo encontrar el aporte musical y compositivo de algunos de sus exponentes. En el caso del reguetón no encuentro nada fuera de ritmos sosos, prefabricados, repetitivos y letras que son el no va más de lo bobo. Me sorprende que en una época de tan feroz reivindicación feminista, se entronice un género que hace alarde de un machismo pueril y que cosifica a la mujer en forma tan burda. ¿Hay algo en el reguetón que yo no he sabido apreciar? Hablen los que saben. Este fin de semana arde Rosarito con un descomunal festival reguetonero en la playa. Me encanta que el pueblo donde transcurre nuestra vida cotidiana le apueste a los grandes eventos. Qué bueno. Diviértanse, disfrútenlo y bienvenida la derrama de dólares. Sólo recuerden que también eventos como el Art Fest derraman y contribuyen al desarrollo y que también se puede apostar en grande por otros géneros y actividades.
Saturday, August 17, 2019
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