Escribir sobre la frigidez de las palabras. Escribir sobre un flácido pene narrativo que ya no se pone duro. Escribir sobre un deseo eternamente amodorrado. La escritura como un espejismo en el desierto, una alucinación en altamar, destellos de historias insinuadas como relámpagos en el negro cielo, colas de delfín entre el oleaje un Pacífico insurrecto. Podría cazar al vuelo una idea como quien atrapa un ave sólo para verla transformarse en ceniza mojada sobre la palma de mi mano. Intuyo historias ocultas entre las piedras, pero al final queda el bostezo.
De pronto los mil pajarracos se transformado en niebla o humo de cigarro. No hay ya aleteos ni graznidos insinuando una historia desgarradora. Sobre mi escritorio quedan algunas plumas recogidas del suelo y con ellas intento invocar a la prófuga parvada. Es inútil. El demencial cuento que escribí caminando se ha hecho humo. Nada queda entre mis manos. Mis dedos danzan torpes sobre el teclado. Las palabras brotan sosas, burocráticas, vacías insuficientes. En mi inventario sólo tengo eso: palabras-ladrillo, palabras-lego pero hoy no me sirven de nada
Escribir una y otra vez que no puedo escribir.
Friday, November 24, 2017
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