Arquitectura interplanetaria, galácticos palacetes edificados a años luz de mi cama. A las arenas de mi subconsciente les gusta mojarse con aguas broncas del Pacífico y perder la mirada entre colas de cetáceos, pero aún no les daba por andar cruzando furtivamente las garitas de los sistemas solares. Mi primera incursión onírica a los parajes de Ray Bradbury y Philip K. Dick. Recuerdo alguna fálica verticalidad como de CN Tower junto al Lago Ontario y algunos relieves de fondo marino. Recuerdo piedras tatuadas de rupestres revelaciones, gravedades desafiadas e intuiciones del éxtasis por venir al saberme huésped de lo ignoto. Mis duermevelas son las naves de un alienígena imperio nonato, los pinceles de donde brota la cartografía intergaláctica. ¿Me será dado volver?
Soy el viajero durmiente, el errabundo de un almohadón sudado, el trotamundos de la zona profunda de la madrugada, el indocumentado que sin pasaporte vuela hacia el final de la noche. Hace unas horas fue Beijing y por herencia me queda una avenida ancha y una caminata alegre. Sé que estuve una semana y que al final del día me aguardaban hangares de bicéfalas aeronaves. El néctar de mis vagancias es la construcción de su posterior relato, las deformes ficciones que brotarán cuando jure y confiese haber desandado tantos mares. Son las sábanas mojadas, son los dientes de la noche.
Tuesday, November 14, 2017
<< Home