Eterno Retorno

Monday, November 20, 2017

La madrugada en el desierto seguía idéntica a sí misma. Intactos el manto de estrellas, la canción del viento y el silencio de Leo, que con inusitada rapidez encontró los primeros jícuris. Con su navaja partió la biznaga y le pasó unos gajos a Balbina. Quiso decir algo como “no, cómo crees, estás loco Leo, ya no estamos para estas loqueras”, pero al ver los pedazos de la cactácea en la palma de su mano pensó que a lo mejor esta vez el Pequeño Venado podría enseñarle un camino ¿Le daría Mezcalito respuesta a sus dudas de treintañera extraviada? ¿Cruzaría un umbral que la arrancara de su zona de confort y esclavitud? Cerró los ojos y se metió el primer gajo a la boca con el ánimo de quien salta al vacío desde un trampolín. Aquello volvió a saberle a mil carajos y el retrogusto amargo fue una máquina del tiempo más potente que las estrellas y las sonrisas silenciosas de Leo. ¿Qué pensarían en la oficina si se enteraran que la contadora Balbina Ramos se fue de madrugada a pepenar peyotes al desierto? ¿Alguien de su entorno actual se la imagina en esas circunstancias? Leo rompió su mutismo para decir algo sobre el infinito poder de un verdadero iniciado para poder moverse en la oscuridad y la capacidad de un guerrero para correr en las tinieblas. Algo dijo sobre un jabalí que lo perseguiría, sobre el encuentro con su nagual, el salto a la realidad aparte y otros mantras castanedianos. De pronto empezó a acelerar el paso y sólo entonces Balbina reaccionó. - Espérame Leo, no tan rápido, me voy a tropezar, pero aquel ya iba en franca carrera, en plan de maratonista y pronto dejó de verlo y oírlo. Ya regresará, pensó Balbina y algo la hizo creer que la mejor alternativa era quedarse en ese lugar y no moverse. Fue entonces cuando el tiempo empezó con tretas y disfraces. Minutos mentirosos en donde el instante tiene cara de eternidad. El amanecer irrumpió sin avisar y cuando de repente todo era claridad a su alrededor, Balbina tuvo la certidumbre de que Leo no regresaría y que la única alternativa posible era caminar y salir de ahí.