Ser lector en México era un desafío. Ahora es una extravagancia.
Durante los tres siglos del virreinato la posibilidad de encontrar un lector era una verdadera rareza. Quien leía se arriesgaba pues la lectura estaba sometida a un férreo control por parte de la iglesia. Los libros que valían la pena ser leídos estaban prohibidos.
Hace apenas cien años el analfabetismo en México aún superaba el 80% y los lectores representaban una identificable y pequeña cofradía. Hoy el analfabetismo ha sido (en teoría) casi superado, pero los lectores seguimos siendo una minoría apenas significante, una estirpe de excéntricos. Antes los lectores desafiaban a la Inquisición. Hoy desafiamos al espíritu de la época.
Tuesday, July 11, 2017
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