Ha sido el 2016 un año pataperro y tempestuoso con un otoño pasado de jarcorero. Hasta la pasada primavera yo tenía cuatro libros publicados, pero al llegar a noviembre resulta que tengo nueve. Este quinteto de libros se publicó entre el 13 de mayo y el 26 de octubre. Ignoro cuánto tiempo vaya a durar mi vida, pero creo que difícilmente volveré a vivir un año con tan intensa actividad editorial. Tampoco es lo ideal publicar cinco libros en un periodo de seis meses, pero así se fue alineando la cosecha. No fue un capricho ni me los saqué de la manga para autopublicarlos. Salvo por Predrag, que salió del baúl a invitación expresa de mi editor Rafael Rodríguez, todos los demás fueron libros que fueron valorados por un jurado y tuvieron que ganarse su lugar compitiendo con muchos trabajos. Si no hubieran ganado posiblemente jamás habrían visto la luz. Claro, todo esto es la cosecha resultante de tres años de siembra. En 2013, 2014 y sobre todo 2015 me desparramé en una tormenta de escritura, cosa que por desgracia no ha ocurrido en 2016. En este año me la he pasado corrigiendo y editando cada uno de estos libros con diferentes equipos de trabajo, todos muy profesionales. También he sido jurado en tres certámenes. Sin embargo, lo verdaderamente intenso ha sido salir a pasear los libros. Tan solo entre el 19 de octubre y el 8 de noviembre abordé once aviones y tuve 21 presentaciones (charlas, mesas redondas etc) en ocho ciudades diferentes (y todavía falta Guadalajara). Ello por no hablar de entrevistas (presenciales y telefónicas) y de la nutrida actividad que hubo en primavera con la salida casi simultánea de Vientos de Santa Ana y Dispárenme como a Blancornelas. Han sido días enriquecedores en donde he conocido a algunas personas extraordinarias y he podido convivir y compartir lo que hago en lugares improbables. A donde voy siempre encuentro por lo menos un cómplice lector que es capaz de sorprenderme con una pregunta, un comentario o un detalle. A todos los que hacen posible este peregrinaje (los chingonsísimos equipos de trabajo que están detrás de ferias, encuentros, festivales) a los que me llevan y me traen y a todos los que se han tomado el tiempo de acompañarme sólo puedo dejarles en prenda mi gratitud total. Hay detalles que no olvido nunca. Disfruto mucho haciendo esto, pero cuando ando de vago casi no escribo y eso es terrible. Además extraño a mi familia. Por ahora ha llegado el momento de volver a encerrarme y ponerme en modo ermitaño. Falta viajar a la FIL tapatía y aún están pendientes de publicarse Bajo la luz de una estrella muerta (Premio Sor Juana) y Cartógrafos de Nostromo (Premio Malcolm Lowry que no tiene para cuándo) pero por ahora es momento de volver al cubil. Esta mañana sólo me resta enviar un fuerte abrazo rompehuesos y un honestísimo gracias a todos los que me han dado una mano en este año inolvidable.
Monday, November 14, 2016
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