El Gato se ha mudado de mar. Habitaba en el calor del Caribe y lo he traído a impregnarse de la fría brisa del Pacífico bajacaliforniano. En cualquier caso este litoral no le es ajeno a Bugnicourt O’Hara. Hay una esencia bucanera en la novela pata de perro de Roberto Bardini, ese espíritu de viejo truhán curtido en malamuerteras cantinas de puerto que se lleva la vida por delante y la toma por asalto como aconseja Rafael Falora. Por un momento recordé cuando en mi niñez me hablaba de tú con el Corsario Negro y Sandokán de Salgari, antes de subirme a la barca con Conrad para navegar al corazón de mis propias tinieblas. Aquí yace un perro policía amigo de un gato delincuente se lee en la empuñadura de un machete. Suena Pink Floyd y el tintinear de los hielos en mil y un vasos de whisky. Todo eso es Bardini. Navego sin prisa por la bahía de la antigua Honduras Británica mientras las figuras de Edu Molina me miran desafiantes a los ojos. El Gato afila sus zarpas y la lluvia de octubre irrumpe con la tarde.
Sunday, October 30, 2016
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