Días de whisky malo (Publicado InfoBaja)
El temporal irrumpió en plan hostil y peleonero aquel 9 de noviembre en la Ciudad de México. Yo viajaba rumbo a Monterrey para presentar mi ensayo Réquiem por Gutenberg en la Casa del Libro de la Universidad de Nuevo León, pero aquello se tornó en vía crucis. Acaso era el fuerte viento o la terrible congestión en la pista, pero el caso es que pasé todo el día en el aeropuerto de la Ciudad de México. Sin demasiado dinero en la bolsa y sin otro horizonte que una sopa de agua y ajo, dediqué el día a escribir un larguísimo cuento con cara de novela corta llamado Días de whisky malo. La historia transcurre en un villorrio imaginario del Medio Oeste norteamericano llamado Bighorn Woods en donde un malogrado leñador improvisa como cantante y guitarrista en la malamuertera cantina del pueblo. Gran parte de esa historia la escribí en aquel periplo aeroportuario.
Por aquellos días tuve también un extraño sueño: una pierna totalmente tatuada yacía en el altar de sacrificios del quirófano esperando su amputación. Ignoro si el dueño de la pierna era yo o algún personaje. Lo único que con claridad recuerdo es que lo verdaderamente trágico no era perder una extremidad, sino despedirse de un pequeño tatuaje en la pantorrilla. Creo que si Morfeo es tan generoso de regalarme una historia sin cobrarme derechos de autor, lo menos que puedo hacer es tomarle la palabra y escribir ese relato. Así nació Saurio sangrante.
Al final del verano de 2013, una noticia publicada en algunos diarios deportivos llamó mi atención: un equipo kazajo, que se jugaría contra el Celtic Glasgow de Escocia su pase a la Champions League, escandalizaba a Europa por su costumbre de sacrificar ovejas antes de los partidos y regar con su sangre la cancha para invocar a la buena fortuna. Al leer esa noticia me di cuenta que ahí había puro néctar literario e inspiración de sobra para un cuento. Así nació Infortunios de un ovejero kazajo
En marzo de 2014, vagando por improbables sitios de Internet, encontré una página que enlistaba a las 50 escritoras más bellas del mundo. Así descubrí a la hermosa franco-iraní Lila Azam y al ver sus ojos intuí que podía ser mi personaje para una historia de ficción. Así nació Ella es nabokoviana.
Esta es la historia de la concepción de cuatro de los seis cuentos que conforman el volumen Días de whisky malo que acabo de presentar en la Feria del Libro de Monterrey el pasado domingo 23 de octubre. Este libro de relatos ganó el Premio Nacional de Cuento Gilberto Owen hace poco más de un año y ahora la Universidad de Nuevo León ha tenido a bien publicármelo en la Editorial Universitaria. Aunque los escenarios y temas de los cuentos son contrastantes, los tragicómicos personajes yacen inocultablemente hermanados por su terquedad de pelear por causas perdidas, por aferrarse con uñas y dientes a las banderas del absurdo y por creer que aún el whisky más malo del mundo puede regalar algunos minutos de divina embriaguez.