Eterno Retorno

Monday, October 03, 2016

Conocí a Diego Osorno la noche del 23 de junio de 2004 en Funerales del Río donde yacía el cuerpo de Francisco Ortiz Franco, editor de semanario Zeta, ejecutado el día anterior por sicarios del Cártel de Tijuana. Diego acababa de llegar a la ciudad enviado por Milenio y del aeropuerto corrió a la funeraria. Aunque fue aquella una noche de demonios sueltos que incluyó la detención de un lugarteniente del CAF tras cruenta balacera, tuve un espontáneo e improbable oasis de minutos para charlar con Diego entre amargos cafés de velorio. Me sorprendió su sencillez, su apertura, pero sobre todo su generosidad. Ni pizca de ese ego siempre a la defensiva tan propio del oficio reporteril. Para entonces Osorno empezaba a destacar ya como uno de los mejores cronistas de este país y bastaba escucharlo hablar para intuir el tamaño y la trascendencia que alcanzaría su trabajo periodístico en los años siguientes. La última vez que platiqué con Diego fue el pasado diciembre durante una apurada cena en la FIL de Guadalajara. Le platiqué del libro Dispárenme como a Blancornelas, que en ese entonces era sólo un manuscrito que acababa de ganar el premio de cuento de La Paz y le llamó la atención el tema. Prometí enviárselo en cuanto lo tuviera impreso, pero como suele suceder conmigo, se me fue el avión e incumplí. La enorme y gratísima sorpresa con la que amanezco este lunes (notificado por mi colega Víctor Hugo Reyna) es que Diego leyó mi libro y no conforme con ello, comparte las impresiones de su lectura en Más por Más. Valoro demasiado estas palabras, porque sé que la agenda y la carga de trabajo de Diego son extremas y no es fácil darte el tiempo de leer un libro de cuentos en esas condiciones. Caray, mi arsenal de gratitud nunca había crecido tanto. Gracias Diego. PD- Paradojas de la aleatoriedad, pero el día en que conocí a Diego Osorno fue también el último en que vi a mi maestro Rafael Ramírez Heredia. Aquel 23 de junio presentó en el Cecut su novela La Mara (y su presentador fue su tocayo Rafa Saavedra). Canchero heroísmo de reportero, pero en esa noche de demonios me robé unos minutos para darle un fuerte abrazo al gran Rayo Macoy. No alcancé a intuir que sería el último. http://www.maspormas.com/2016/10/03/deosorno36/#.V_J5DUBXvTc.facebook