Hablemos de Corazón tan Blanco y las pinturas negras, de la librería pordiosera, el tigrito blanco vendido en duermevela y la plaza aledaña a la macro. No he querido saber pero he sabido que soñé con un libro pepenado en remate y casi arrebatado Mister Phuy. Había también separadores de libros con figuras de aquelarre goyesco. Todo lo había pero hoy no tengo ese libro entre mis manos aunque Mister Duncan cumplió con aparecer saliendo de El Día y yo recordé que en los entreveros librescos no hay casualidades. El blanquísimo corazón quiere decirme algo.
2:22- De aquella fuga sobrevive el carrito de supermercado en desbocada carrera por la avenida Juárez. Éramos dos y clara me ha quedado nuestra condición de irredimibles prófugos. La calle era una pendiente de norte a sur y el carrito un bólido motorizado. Eran las 2:22 y mis pies estaban fríos en plena madrugada de agosto. Huíamos –sí- y estábamos psiquiatrones, escapados de un manicomio, quinsones, pirados de remate. Éramos, ni duda cabe, un carnaval de catástrofes neuronales.
Friday, August 26, 2016
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