Eterno Retorno

Wednesday, January 13, 2016

La conspirafobia es inherente al navegante de redes sociales. Tal vez el trauma de haber vivido por décadas sometidos a un férreo control de la información y tener que tragar verdades oficiales como dogmas de fe nos ha transformado en una nación de conspirafóbicos. La premisa parece ser que la verdad oficial es necesariamente manipulada y los actos de gobierno un montaje. Basta que una autoridad genere alguna información para que en automático desconfiemos de ella. Cierto, en México tenemos razones de sobra para desconfiar del gobierno, pero lo cierto es que la nación conspirafóbica está llegando a extremos cómicos. En su afán de ver juegos ocultos y moros con tranchete en cada acto gubernamental, el conspirafóbico acaba tejiendo teorías fantasiosas e inverosímiles. Si la manipulación informativa del gobierno es un insulto a la inteligencia, las teorías conspirativas acaban convirtiéndose en una fumada a la que cuesta demasiado poder tomar en serio. Para un conspirafóbico promedio México es como una gran Mátrix en donde todos vivimos engañados por recurrentes distractores y cortinas de humo mientras seres siniestros entre los cuales siempre está Salinas de Gortari, Estados Unidos y las compañías multinacionales, urden siniestros planes en las tinieblas. Cierto, vale la pena dudar y desconfiar, pero el conspirafóbico promedio de Facebook no es muy afecto a la objetividad y a los sustentos periodísticos sólidos.