Conjurar la era del derrumbe modorro, de la tarde sucumbiendo en el páramo estéril de una cabeza embotada. La coronación de Bartleby a las tres de la tarde sobre el altar de los platos eternamente sucios, la ceremonial cacería de la siempre oportuna mosca, lavar pensando en goleadores errabundos y entrenadores filosofales. Apoteosis de una era mentirosa por la que ya me invade la nostalgia anticipada
Mirar a los ojos del vacío, sentir por un segundo la inmensidad del caos cósmico y embriagarse de la propia insignificancia. Saber que este instante es desde ahora polvo de olvido, ceniza en el agua, arena, solo arena sin huella ni marca. Es el viento que soplará cuando ya no estemos, la lluvia cayendo sobre una tierra vacía de nosotros.
De Lombardía solo quedan los párrafos postergados, la intuición de una plaza que bien pudo ser Milán, de algún estandarte rojinegro y no mucho más. De anoche quedan vestigios de la omnipresente sensación de retorno a Ítaca, de conciencia contra-reloj rumbo al aeropuerto, de alguna ráfaga de lluvia sobre Monterrey ¿Hubo alguna incursión a Río San Juan? Seguramente, aunque hoy los despertares vienen con borrador incluido.
Thursday, April 16, 2015
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