De aquel septiembre en la Gran Manzana me queda por herencia un disco, un libro y una piedra. Para mí el 9/11 siempre será el God Hates Us All de Slayer, Entre hombres de Germán Maggiori y la piedra que recogí de Ground Zero. El disco de Slayer estaba programado para salir justamente el 11 de septiembre. Sus letras –con la misma intensidad narrativa del Dios en la tierra de José Revueltas- son el soundtrack de aquel Apocalipsis septembrino. Todas las notas y crónicas que publiqué sobre aquellos días las escribí con Slayer en los audífonos desde mi cuarto del Herald Square Hotel. Por lo que al libro de Maggiori respecta fue el compañero ideal de viaje. Tanto tiempo pasé en los aeropuertos de San Diego y Boston en espera de cazar un vuelo, que leí el libro dos veces seguidas. Deben haber sido las circunstancias de lectura y mi estado de ánimo, pero a la fecha lo recuerdo como una de las novelas negras más ágiles y divertidas que he leído en mi vida. Rebosante de humor negro e ironía, con vocación de explorador de pestilencias humanas y bajas pasiones que rayan en lo pulp, Entre hombres me parece el mejor epitafio de la era Menem. De Maggiori no vuelto a leer ni a saber nada. Por lo que a la piedra respecta, la pepené del suelo en la Zona Cero la noche del 28 de septiembre. No en las cercanías, sino en el mismísimo centro neurálgico de la herida a donde pude entrar gracias a Topos México. Un pedacito del templo inmolado yace en mi librero. ¿Qué más me queda? La experiencia más intensa de mi vida como reportero, la rabia y la cuenta pendiente conmigo mismo. La mayor deuda de mi vida profesional por el libro que no supe escribir en ese momento.
Saturday, February 21, 2015
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