BIBLIOTECA DE BABEL. INFOBAJA NOVIEMBRE
Contra el viento del norte
Daniel Glattauer
Alfaguara
Por Daniel Salinas Basave
El secreto del éxito de la novela epistolar yace en el morboso placer de leer correspondencia ajena. No importa que el libro en cuestión sea un best seller mundial, pues en el fondo uno acaba por sentirse espía en el inmaculado territorio de las vidas privadas. La aleatoriedad trajo a mis manos “Contra el viento del norte”, novela de mi tocayo austriaco Daniel Glattauer y en la tarde de un martes cualquiera, en el trayecto de Mexicali a Tijuana, me inmiscuí en la privadísima correspondencia entre Emmi y Leo. Inevitable sentirse un poco metiche al caer en la cuenta de que un bombardeo de mensajitos románticos puede resultar tan terriblemente enganchador, al grado de hacerme olvidar las curvas de la Rumorosa. Al final del viaje, la novela de Glattauer deja por herencia algunas reflexiones. La primera de ellas, es que en la narrativa no existen pozos secos. En apariencia, una novelita romántica epistolar es una idea que ya se la ha ocurrido a más de uno y sin embargo sigue rindiendo frutos, pese a su color rosa profundo. El intercambio de mensajes entre una mujer y un hombre, sin nada demasiado extraordinario o fuera de lo normal en sus vidas, es capaz de conquistar a decenas de miles de lectores, porque déjeme le digo que “Contra el viento del norte” ha sido ya traducido a 28 idiomas. En lo personal, el libro me supo como a un trago de leche sabor fresa, luego de haber pasado horas comiendo carnes con chimichurri acompañadas de un vino fuerte. Vaya, he pasado el 2010 leyendo ensayos y disertaciones sobre Historia de México y mi proceso de desintoxicación nocturno suelen ser novelas policíacas, casi siempre nórdicas. “Contra el viento del norte”, el libro más tierno y rosita que he leído en muchísimo tiempo, no estaría en apariencia en mi menú bibliográfico y sin embargo me ha caído tan bien. Sí, a veces ese traguito de dulce es justo lo que necesitas cuando la boca te sabe a ajo y vino. Otra reflexión, es que la extrema sencillez suele ser la guarida de la profundidad. Si este libro fuera canción, constaría de dos acordes de guitarra clásica sin complejidades sónicas de ninguna especie. Narrativamente la apuesta del tocayo es bastante simple y las reglas del juego quedan trazadas desde la primera página. No habrá juegos con el tiempo, ni cambios radicales de la primera a la tercera persona. Aquí la cosa es simple: escribe Emmi, contesta Leo y así recorremos el camino de más de 260 páginas. Es ahí donde está el mérito del autor que dentro de una estructura tan limitada, logra escarbar profundo con la creación de un diálogo inteligente. “Contra el viento del norte” es la historia de Emmi y Leo, que de manera accidental empiezan a mandarse mensajes por internet. La situación, supongo, es parte del quehacer cotidiano de la vida actual, donde millones de personas que no se conocen físicamente, son íntimos amigos en internet. Claro, el romane entre Emmi y Leo es idílico y hasta cierto punto, cuesta un poco de trabajo creerlo. Que haya noviazgos en la red no es lo que sorprende, pues las computadoras han demostrado ser excelentes celestinas capaces de llevar al altar a miles de personas y hoy en día, la gente no se conoce en bailes o bares, sino en pantallas. Lo que resulta inverosímil, es la forma en que Emmi y Leo mantienen su idilio y alimentan el fuego sólo a través de la palabra escrita, como los románticos epistolares del Siglo XVIII. Vaya, en un mundo donde facebook y skypie son amos y señores, cuesta un poco de trabajo creer en la relación de Emmi y Leo donde la imagen no existe, pese a lo terriblemente visual que es la cultura del internet. Digamos que en ese sentido la novela no es tecnológicamente muy realista, pero bueno, concedamos esas licencias poéticas al autor e imaginemos que el romance entre Emmi y Leo es posible, pues sólo de esta manera es dado sumergirse en el néctar de esta obra que bien puede transformarse en un clásico de nuestro tiempo y hasta en un texto de apoyo para estudiantes de psicología. Sí, un libro que hace reflexionar sobre el ego, el eros, el narcisismo y la inmensa soledad de las vidas aparentemente perfectas. Una gran interrogante queda por herencia cuando este viento del norte nos ha soplado en la cara: ¿en qué consiste exactamente el misterio de enamorarse? Glattauer no escribió un ensayo al estilo Erich Fromm y sin embargo la pregunta está en el aire. El enamoramiento como un juego de espejos, como hablarse a uno mismo, como una ensoñación. Emmi y Leo no se conocen físicamente y ni siquiera saben gran cosa de sus vidas, sus gustos y sus costumbres y sin embargo se necesitan terriblemente el uno al otro. ¿De verdad hay búsqueda de la otredad en el amor? ¿O es sólo la búsqueda de uno mismo? Con toda su carga idílica a cuestas, Emmi y Leo encarnan la esencia de nuestra época, la inmensa soledad de nuestra multitudinaria sociedad, tan rica ne amantes de pantalla condenados a jamás compartir una cama.