Dediqué mi editorial en Noticiero Síntesis a la memoria de Vanessa González Carrillo, brillante alumna del Diplomado de Periodismo de la Universidad Iberoamericana, siempre activa, curiosa, entusiasta.
La encontré hace poco en la sala de lectura del Cecut, durante la charla que di sobre la obra de José Saramago y platicamos un poco. Ella tenía una natural sed de conocimiento y el buen corazón se le reflejaba en la sonrisa. Hay gente que trasmite y contagia nobleza de sentimiento. Vanessa era una de ellas. Paradójicamente, el Cecut fue la antesala de su muerte, pues anoche, al salir del Centro Cultural, fue atropellada por un imbécil.
La aleatoriedad, la Muerte, los complejos y caprichosos laberintos de un improbable destino trágico están aquí, regodeándose en su negro humor. Hace algún tiempo me seducía la idea de morir joven. Hoy simplemente reparo en todo lo que he vivido desde los 23 años a la fecha e irremediablemente pienso en el futuro cancelado de esta chica, en toda esa historia que le faltó por vivir Pienso, como siempre, en nuestra insoportable fugacidad, en nuestra condición de juguetes de un destino inmisericorde, de velas en la tormenta, de castillos de arena frente a la marea alta.
Día de Muertos
Hoy, hasta el cielo bajacaliforniano se ha vestido de gala con su mejor traje azul para celebrar a nuestros difuntos como sólo los mexicanos sabemos hacerlo. Un día de viento y horizonte limpio el que cubrió a los panteones rebosantes de deudos que fueron a honrar a quienes se adelantaron en el camino. Altares, cempazuchitl y calaveras azucaradas para recordarnos la fugacidad de este improbable milagro llamado vida, que veces nos da por olvidar que no es terrenalmente eterna. La Muerte, que entre carcajadas y versos celebra con nosotros, haciéndonos ver que la solemnidad y la soberbia están de más en este mundo, que el mejor bálsamo para seres tan efímeros es la risa y la humildad. La Muerte, que adornada por las flores de la luz, nos enseña a maximizar cada instante, a vivir a plenitud cada día andado a lo largo de este breve camino. La de este día es una fiesta ancestral que sobrevive a través de los siglos: Del Día de Muertos del Noveno mes del calendario solar mexica en comunión con el Todos los Santos Católico, al Samhain de los celtas que marcaba el fin del verano en la tradición gaélica o el All Hollows Eve, que en nuestra fronteriza cultura hemos adaptado en el infantil Halloween. De la Mictecazíhuatl de la noche azteca, a la simpática y engalanada Catrina de Posada que adorna nuestras rimadas calaveras de las que nadie se salva este día. Conviene recordar un pasaje del libro Viaje a Ixtlán de Carlos Castaneda, donde Don Juan Matus aconseja a su discípulo tener a su Muerte como consejera. La Muerte es una compañera fiel que en todo momento camina a nuestro lado izquierdo y está ahí, como guardiana omnipresente, todos los días de nuestra efímera, vida hasta el momento inevitable en que nos toca el hombro. Cuando uno repara en la omnipresencia de su Muerte y en su fidelidad como compañera, no puede menos que amar la vida, pero sin aferrarse a ella, sabiendo que la fascinación de cada día, de cada instante yace en su improbabilidad, en su fugacidad, en su misterio infinito.