Eterno Retorno

Wednesday, April 21, 2010


La lluvia arribó puntual con las sombras de la tarde. Abril no es mes de tormentas en Tijuana, pero hay razones de peso para que las nubes se posen sobre nosotros. La lluvia es fiel a una costumbre ancestral de tres décadas y media. Mi peregrinar por la vida es una nube que me corretea por los más improbables rincones del mundo. Mi cumpleaños más lejano transcurrió en Francia en 1999 y también aquel día llovió. Las crónicas periodísticas coinciden en que hace 22 años, la mañana del 20 de abril de 1988, estaba lloviendo en la ciudad cuando Vera Palestina mató al Gato Félix. Felicidades a Zeta por sus 30 añitos. Síntesis cumple 25 y la Guía celebra 5. Salud colegas. Keep True Journalism Alive. El de hoy fue un día atípico. Pasé todo el día en casa, según yo para adelantar trabajo, pero al tiempo le da por volar tras estas paredes. A las seis salía apenas de casa y con el atardecer llegó el cielo ennegrecido. La ciudad lucía fantasmal. Mi editorial de Síntesis trató sobre los vinos bajacalifornianos y los lastres fiscales que deben enfrentar. Acudí también a la presentación del nuevo programa de dos colegas y por cuestiones técnicas quedaron pendientes mis grabaciones de nuevas cápsulas de Mitos del Bicentenario (en la fila, Padre Mier, Vasconcelos y Vicente Guerrero) Ello me dio tiempo de alcanzar a llegar al final de la última función de Tijuaneados Anónimos en Cinépolis Río. La sala a reventar. Gente en los pasillos y las escaleras. El documental estaba concluyendo y la sesión de diálogo abierto fue de dedo en la llaga y brutal honestidad. La gente se involucra con los tijuaneados. Este día el documental se despide de su ciudad. Aún le queda girar por Xalapa y Guadalajara. Al llegar a Plaza Río caía una lluvia necia. Ahora nos inunda un frío húmedo y chingaquedito. Despido la edad de la mitad del camino de nuestra vida (dice Dante) con una cerveza Tijuana oscura y una biografía old fashion de mi paisano Fray Servando escrita por el saltillense Artemio del Valle Arizpe. Entro a las librerías con la actitud del borracho que ingresa a una cantina. Cuando la vida me está devorando en carne viva y la existencia encaja sus dagas en mi piel, la única vía de escape es perderme en una librería y repasar una y otra vez las contraportadas de los títulos que nunca leeré, de esas mil y un rutas de escape y universos posibles en los que jamás me sumergiré porque el tiempo de esta vida es limitado. Y ahora estoy aquí, inundado de papel e incertidumbre.

Iker ha conocido el Valle de Guadalupe y ha realizado su primer paseo largo. Por primera vez en su vida ha dormido en un hotel. Sus cachetes chapeados son fiel testimonio y herencia del Sol del Valle. Fin de semana de vinos y arte; de cielo estrellado y aceite de oliva. Dionisio habita a tres pasos de casa y si con malas artes llevamos el espíritu del vino, quiero decirte que ha elegido por morada un hermoso valle que está a menos de 100 kilómetros de casa. A veces me pregunto ¿Por qué no vamos más seguido a Valle de Guadalupe? ¿Por qué no retirarnos a vivir ahí? Si ahora resulta que Dios existe, me queda claro que ese tipo tuvo a bien bendecir a Baja California. Salud.