Eterno Retorno

Saturday, March 20, 2010


Con sábado de bruma y sentimientos confusos, el Invierno se marcha al carajo. Bienvenida la primera Primavera en la vida de Iker. Mi invernal Conejito por primera vez ha sabido lo que son días con un poco de Sol. Con sus tres meses y doce días, con sus siete kilitos bien ganados a base de pura leche materna y sus tremendos cachetotes el señor Iker nos mira a los ojos y diversifica sus estilos de comunicación. Quiere hablarnos, aunque creo que más bien nos canta. Sus piernas son fuertes y sus manitas agarran todo. También ha descubierto que puede llevarse cosas a la boca a voluntad. La vida está llena de sorpresas y nuevos descubrimientos, de colores, de sonidos, de voces y caras que dan mucha risa, porque eso sí, Iker se ríe muchísimo.

Si creyera en los horóscopos, el mío hubiera dicho algo así como “vienen muchísimos proyectos nuevos a tu vida, te cargarás de trabajo, conocerás e interactuarás con muchas nuevas personas y harás cosas que no habías hecho antes…pero cuidado, no te desboques ni pierdas el control, porque te puedes caer”. Estos días son diferentes a cualquier cosa que haya vivido antes. No hay un minuto del día en que no tenga la sensación (bueno, más bien la real consigna) de tener que hacer algo con urgencia, la idea de ir siempre unos minutos tarde, de tratar de abarcar muchas cosas, de abrir fuego en muchas trincheras al mismo tiempo. Apretar, aflojar, pelear y conciliar, manejar los complicados alfileres e hilos que sostienen este frágil e intenso equilibrio. Ayer fue un día de 16 horas sin parar. Empecé a las 8:00 de la mañana y a las 11:30 de la noche todavía estaba grabando voces en off. A veces creo que hablo en automático, fiado en esa tercera persona o demonio que me habita y me hace componerlas en el aire, una suerte de piloto automático radial, un demonio locutor. Cuando pienso en mis ex compañeras burócratas que dedican a matar el tedio de sus siete horas laborales comiendo tamales y jugando al solitario, practicando el sacado de moco y el chisme compulsivo mientras aguardan la llegada de las tres de la tarde. Yo en cambio no tengo un minuto para ir al baño.


Cuatro entrevistas en el estudio (una de ellas con un director de teatro tucumano y cortazariano que al más puro estilo del Siglo XIX, lleva un teatro ambulante a los más peligrosos y marginales barrios de Tijuana), grabación de índices, entradas, presentaciones, redacción de guiones, ideas y más ideas. Celular que suena. Junta de dos horas con los inversionistas. Hora de hablar claro y poner dedo en la llaga. Pese a todo, las cosas marchan bien y con aparente firmeza, si bien se que la arena de este castillo puede mojarse. Más llamadas. Córrele al banco en viernes a las 15:00. Estaciónate mal, pelea con el tráfico, deposita una feria y córrele a Síntesis a grabar nuevas cápsulas históricas. Tres al hilo y a capela. Esta es la parte de mi trabajo que más me gusta, sin duda alguna. Eso sí que lo disfruto. Ojalá todo fuera como eso, aunque a veces creo que me fío demasiado del demonio creativo que me habita y se apodera de los controles cuando la cabeza se ha quemado.

De ahí corre nuevo, desafiando los congestionamientos de viernes por la tarde a una cobertura de jet set tijuanero (la mansión más impresionante que he visto en esta ciudad; Tijuana nunca deja de sorprenderme) Noche de degustación y presentación de un libro de una chef a la que llego en piloto automático y de ahí a la casa del productor a grabar las voces pendientes. A las 23:00 todavía recibo una llamada laboral de más de media hora. Murió el ex gobernador Bob de Lamadrid, hay que preparar un reportaje. A las 2:00 de la mañana aún no puedo dormirme, ni puedo leer, ni puedo concentrarme. Hay cosas que hacer, muchas cosas que hacer, estoy retrasado, prometí escribir un discurso. Supongo que me quedé dormido, pero antes de las 7:00 de la mañana ya estaba despierto. Una entrevista cancelada y creo que por hoy no bajaré a Tijuana y mis pasos enfilarán hacia el Sur. Me siento intranquilo, extraño, con la sensación de que el tren corre más allá de su límite de velocidad sobre una vía que amenaza con partirse. Por si no lo saben, soy la mismísima Liebre Loca de Marzo en persona.