Eterno Retorno

Monday, November 30, 2009


La luna llena asoma desde el Este al atardecer. Antes del alba, estará sobre el Pacífico. ¿Será el hechizo lunar lo que acabe por hacer a Iker tomar la decisión de venir a saludarnos de una vez por todas? La luna mueve mareas y motiva a los niños. Desde un tiempo para acá, todo mundo me pregunta por él y la respuesta es la misma: aún nada, dice que lo esperen otro ratito, que por ahora no le corre ninguna prisa. Y sin embargo, pase lo que pase, falta tan, pero tan poco tiempo. En cualquier caso, no puede pasar de una semana, una semana y media cuando mucho. Parecía tan lejano llegar a estas fechas y mira, hoy es 30 de noviembre, el día marcado y nada. Iker decidió no compartir cumpleaños con mi primo Héctor Diego, como decidió hace un par de semanas no ser escorpión. Será un niño decembrino, sagitario, cercano a la Navidad. Pensamos que tendríamos un bebé prematuro y ahora resulta que ha llegado a término, que cumplió su temporada a cabalidad y lo que venga es puro tiempo extra. Él está listo.


El sábado tuvimos nuestro primer día realmente invernal en Tijuana. Día de lluvia y viento helado. Los heraldos de las catástrofes siempre vaticinan que el siguiente será el peor invierno en la historia de la ciudad. Fríos congelantes y lluvias más duras que las del 93, nuestra pesadilla omnipresente, nuestro monstruo favorito, el 93. De pronto, sin decir agua va, el ánimo invernal se apoderó de la ciudad y la parafernalia navideña fue invadiendo cada calle. En casa ya hay arbolito desde ayer. La primera Navidad de Iker empieza a dibujarse. Algún día recordaremos estos días de nervio y espera, de dulce tensión, de contar los minutos y hacer apuestas. ¿Diurno o nocturno? ¿Natural o cesárea? ¿Cómo será su carita? ¿Tendrá pelo? No me gusta el papel de espectador sin dolor que juego en esta aventura. Para Carolina e Iker será todo un ritual de esfuerzo y dolor. Nacer duele. Él tendrá que hacer su máximo esfuerzo. Adiós a la quietud uterina. Frío, luz, manos de médicos impertinentes, voces, ruidos, bienvenido al mundo. Nacer es la primera gran batalla e Iker está por pelearla. La naturaleza decidió que yo sea simple espectador y eso me parece injusto, además de insoportable. A veces quisiera que todo ocurriera ya, que Iker se apure y venga de una vez por todas. Luego pienso que allá adentro está tan cómodo, tan a gusto, que esa paz no volverá a vivirla. Nuestros días como pareja profesionista sin hijos se acaban. Casi once años. Lo único que se es que a partir de ahora la existencia tiene otra dimensión y sobre todo, tiene sentido.