En mayo de 2002 Carolina y yo viajamos a Cuba. No encontramos el paraíso socialista de justicia e igualdad social que presumen los Castro Ruz, pero tampoco el siniestro infierno maligno que dibujan en Miami. Buceamos clandestinamente, bailamos salsa (única vez en mi vida) bebimos mojitos, fuimos al Museo de la Revolución, bajamos a unas cavernas en Matanzas, nos asoleamos de lo lindo en Varadero, hicimos unos “desinteresados” amigos de Ciego de Ávila y ya está. Es poco probable que algún día volvamos. Todos los viajes ilustran y dejan algo en herencia (hasta en Mexicali, y eso es mucho decir, sacas algo de provecho), sin embargo, si tuviéramos que hacer un top de paseos, Cuba ocuparía los últimos sitios. Hay lugares donde te sientes en tu elemento, donde eres pez en el agua y te enamoras. Argentina es uno de ellos. Tanto nos gustó, que tres veces hemos ido a parar allá. Chile igual nos encantó. Hay en cambio sitios donde no te estás, donde simplemente te sientes incómodo. Cuba es el mejor ejemplo.
Cuba siempre será un tema incómodo sobre el que tengo muchas reservas. Tan mal me caen los “izquierdistas” de master card que van a vivir su paraíso socialista cazando jineteras y pagando mojitos de 20 dólares en La Habana, como mal me caen los exiliados de Miami marca Univisión y Nuevo Herald, que llevan 60 años despotricando contra Fidel Castro Ruz.
Una desafortunadísima “corrección” me ha hecho quedar muy mal. Alguien sin duda pensó que al escribir Ruz había cometido un error de dedo y que el apellido correcto es Ruiz. Es una letrita, pero basta para devastarme, pues así se ha publicado en la edición impresa de El Informador y he quedado muy mal. En fin, parte de este oficio.
En cualquier caso, aunque siempre preferiré el cara a cara a lo telefónico, la entrevista que le hice a Juanita Castro Ruz fue provechosa. Con ustedes, la más incómoda de las hermanas.
Por Daniel Salinas Basave
Cuba siempre será un tema incómodo sobre el que tengo muchas reservas. Tan mal me caen los “izquierdistas” de master card que van a vivir su paraíso socialista cazando jineteras y pagando mojitos de 20 dólares en La Habana, como mal me caen los exiliados de Miami marca Univisión y Nuevo Herald, que llevan 60 años despotricando contra Fidel Castro Ruz.
Una desafortunadísima “corrección” me ha hecho quedar muy mal. Alguien sin duda pensó que al escribir Ruz había cometido un error de dedo y que el apellido correcto es Ruiz. Es una letrita, pero basta para devastarme, pues así se ha publicado en la edición impresa de El Informador y he quedado muy mal. En fin, parte de este oficio.
En cualquier caso, aunque siempre preferiré el cara a cara a lo telefónico, la entrevista que le hice a Juanita Castro Ruz fue provechosa. Con ustedes, la más incómoda de las hermanas.
Por Daniel Salinas Basave
Ella es la auténtica hermana incómoda, la mujer que desafío a la Revolución Cubana y le echó en cara sus injusticias, aunque con ello enfrentara a su propia familia. Ella ha sido atacada y denostada por los revolucionarios y también por los exiliados, que no le perdonan llevar el apellido del dictador. Ella es Juana de la Caridad Castro Ruz y estas son sus confesiones.
La hermana rebelde de Fidel y Raúl Castro, habló vía telefónica desde Miami con El Informador y explicó las motivaciones que la llevaron a escribir un libro que está levantando polémica en el mundo entero y ha generado toda clase de reacciones.
“Fidel y Raúl, mis hermanos”, es el nombre del libro de Juanita Castro, una obra confesional en donde ésta mujer admite haber contactado con la CIA
en 1964 y haberse apoyado en agentes estadounidenses para salvar a disidentes cubanos del paredón.
La obra de Juanita es sin duda el trabajo biográfico más íntimo que se ha elaborado sobre Fidel y Raúl Castro, pues si bien a estos hermanos, sobre todo al primero lo que les sobran son biógrafos, nunca nadie los había retratado puertas adentro, en su vida familiar.
Juanita Castro narra anécdotas sobre la infancia de sus hermanos y ofrece también retratos descarnados de algunos personajes míticos de la Revolución Cubana, como Ernesto “Che” Guevara a quien se refiere como una máquina de “eliminar gente”, aunque reivindica el legado de Camilo Cienfuegos.
Al final del libro, Juanita Castro se dirige a Raúl y de hermana a hermano, le pide que reflexione sobre su papel histórico y lo exhorta a conducir al pueblo cubano hacia la democracia.
¿Por qué escribir este libro justo ahora? ¿Por qué guardar silencio tantos años? En 1999 usted dictó sus memorias a María Antonieta Collins, pero decidió no publicarlas. ¿Qué la hizo callar tanto tiempo?
Y yo le respondo ¿Y por qué no ahora? Ahora me parece que es el momento adecuado La memoria me ha ayudado para narrar un periodo largo de mi vida. Tengo la memoria muy fresca todavía. A lo mejor si las hubiera hecho antes me hubieran dicho que esto no sirve, es algo oportunista y si las hago ya después hubieran dicho esta señora ya está muy mayor, muy anciana, ya no sabe lo que dice. Yo creo que este es el momento adecuado. Lo logré con la ayuda de María Antonieta Collins, periodista colega suya mexicana, que me ha ayudado mucho, que ha trabajado muy de cerca conmigo y yo creo que este es el momento ideal.
¿Qué reacciones ha tenido su libro ahora que ha salido a la venta?
Pues de todo tipo aunque la mayoría por fortuna han sido reacciones buenas. Por supuesto en Cuba me critican y algunos enemigos naturales que hay por el mundo me han atacado, pero es una gran mayoría la que se me ha acercado para respaldarme, para darme ánimos. El libro gracias a Dios ha sido un éxito, ha sido un best seller de ventas y yo estoy muy satisfecha.
Doy por hecho, y corríjame si estoy equivocado, que en Cuba no se puede leer este libro.
Pero la gente siempre se las arregla en Cuba para conseguirlo. Claro que no lo pueden comprar como en un país libre y no pueden ir como usted en México a comprarlo a la librería, pero ellos se las arreglan. Con trabajo, pero la gente lo está recibiendo, lo está pidiendo, s eles está enviando. La gente está al tanto de las noticias, de los periódicos, por Internet y sí, lo están leyendo.
¿O sea que este libro es clandestino en Cuba y está entrando de contrabando?
Exactamente, así está siendo, desgraciadamente así es como está entrando, de contrabando. Me da mucha tristeza que la gente no pueda ir y comprar este libro lo que haría cualquier persona en un país libre.
¿Sus hermanos ya leyeron el libro?
Sí y ya respondieron a través de un folletín que ellos sacan a través del Ministerio de Cultura de Cuba. Ellos ya me respondieron. Yo en mi libro me preocupo por el equilibrio, por la objetividad, yo no los ataco. Yo lo único que hago es invitarlos a recapacitar, a darse cuenta que el mundo no es el mismo, que el pueblo de Cuba clama por un cambio, por entrar a la verdadera democracia. La intención de mi libro no es atacarlos, ni invitar a la guerra o a la insurrección, sino invitarlos a reflexionar, a cambiar, a ayudar a Cuba a entrar a la democracia. Eso es lo que quiere el pueblo cubano. Ya se han recorrido muchos caminos en esta lucha, hay que entrar al cambio con dignidad.
Usted al final del libro se dirige personalmente a Raúl y le pide reflexionar y encabezar la transición a la democracia. ¿Usted se dirige a Raúl porque él es oficialmente el presidente de Cuba o por el hecho de que según leí, él fue el hermano con quien tenía usted una relación más cercana?
Me dirijo a Raúl porque él es el presidente en funciones y él quien puede n ests momento encabezar un cambio en beneficio del pueblo cubano. Yo le digo en el libro que con los años todos tenemos que madurar. Ellos se han obstinado en seguir el mismo camino por 60 años y yo le pido que reflexione, que ya es tiempo de que el pueblo cubano pueda elegir a sus gobernantes, avanzar a una era de respeto a los derechos humanos.
¿Usted tiene alguna esperanza de poder volver a ver algún día a sus hermanos o cree que eso no pasará ya nunca? ¿Usted volvería vivir en Cuba?
No se en el caso mío qué pasará, pero lo que me preocupa es lo que pase con el pueblo cubano. Hasta ahora yo jamás me he planteado regresar a Cuba y menos con la situación que se vive en este momento. No es algo que yo esté pensando.
Leo en el libro que el Che Guevara no le cae nada bien ¿Qué siente de verlo convertido en el símbolo e imagen de la Revolución Cubana?
El verdadero Ernesto Che Guevara no tiene nada que ver con esa famosa fotografía que todo mundo trae. El verdadero Che Guevara era alguien que admiraba a Stalin y a Mao Tse Tung, alguien que había fracasado en su país, que buscaba la guerra, el conflicto, alguien que no era cubano y le hizo mucho daño a la Revolución Cubana. Él era una persona que gustaba de la violencia, de las ejecuciones. Él era una máquina de eliminar gente.
En cambio, leo que Camilo Cienfuegos le caía muy bien ¿Sería distinta Cuba si no se hubiera dado esa extraña desaparición? ¿Qué piensa de los rumores en el sentido de que Fidel lo mandó desaparecer?
Camilo era todo lo contrario al Che. Era un caballero, un cubano alegre, atento, un hombre valiente que tenía sus ideales muy firmes. Son mentiras todas esas cosas que dicen de que Fidel lo mandó desaparecer. Eso no es cierto. Él tuvo un accidente aéreo cuando era aún muy joven
¿Qué tanto influyó Celia Sánchez sobre Fidel Castro?
Celia era absolutamente fiel a Fidel. Celia era leal a Fidel y hacía lo que él le decía. Ella era un personaje en la sombra de una lealtad absoluta hacia Fidel.
¿Tiene usted esperanzas en que haya una transición democrática en Cuba?
¿Tiene usted esperanzas en que haya una transición democrática en Cuba?
Sí, esa es mi esperanza y ese es mi llamado en este libro. Recuperar los verdaderos ideales de la Revolución, los ideales en los que yo alguna vez creí y que se desviaron. Esos ideales de alcanzar la justicia social, la libertad y la democracia en Cuba, siguen siendo mis ideales.