Con el reloj en la mano esperamos impacientes la llegada del Señor Conejito. Nueve meses pensando en él todos los días, imaginando el momento de su llegada, ultimando preparativos, acudiendo a citas, ultrasonidos y análisis, comprando su ropita y su mobiliario. Obvia decir que Iker Santiago ha ocupado por completo nuestros pensamientos y conversaciones y aún así, confieso que aún no lo dimensiono. A veces me sorprendo al caer en la cuenta de no haber magnificado en toda su trascendencia lo que nos espera. De una u otra forma, la fecha parecía lejana y hoy, que hemos cumplido el ciclo, siento que el veinte aún no cae en mi cabeza. Seremos padres de familia. ¿Lo puedes creer? La transformación más radical de nuestra vida entera está a la vuelta de la esquina y es algo que puede ocurrir esta misma noche o mañana o en cualquier caso antes de dos semanas, cuando mucho. Sí, por supuesto, hay una metamorfosis mental, una nueva forma de ver el mundo, un mundo en donde de un día para otro descubrí que hay bebés y niños a los que ahora observo con detenimiento y ternura. También Canica está celosa y demandante. Algo ha cambiado en nosotros, pero creo que aún así sigo sin asimilar la verdadera dimensión de lo que viene. Antigua vida mía, estás llegando a su fin y lo único seguro, es que a partir de ahora la existencia será otra y tendrá un sentido radicalmente distinto, una razón para vivir. Sí, estoy nervioso, por supuesto que lo estoy. Los días de este noviembre transcurren a paso veloz. Por si fuera poco, traigo encima cualquier cantidad de ocupaciones, pendientes y frentes abiertos. Me gustaría tener días de 48 horas y maximizar cada minuto del día como tiempo utilitario. Me gustaría terminar con todo para estar en cuerpo y alma dispuesto para recibirlo y darle la bienvenida a este mundo que trataremos de hacer lo más feliz posible para él.
Sunday, November 22, 2009
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