Eterno Retorno

Thursday, October 22, 2009


Viernes de Recolectivo



I

El armisticio



La rendición debió ser incondicional. Esa fue la exigencia de mi Insomnio para admitir el armisticio. El Tratado de Paz exigía el exilio de un ejército de somníferos, menjurjes y hierbas de la más diversa ralea cuyos esfuerzos por ganar la Guerra fueron siempre infructuosos. También me exigió la entrega inmediata de los tratados kantianos y los discos de música relajante con los que inútilmente busqué invocar al sueño. El armisticio me obligaba a admitir a mi Insomnio como amo y señor. Lo más terrible fue el apartado referente a la sentencia de muerte de Morfeo, misma que debía ejecutarse sin dilaciones. A partir de ese momento mi existencia se transformó en un día largo, denso y aburrido. Perdí la capacidad de diferenciar la luz de la oscuridad, el frío del calor e incluso empecé a perder la noción de la forma humana. Lo peor fue cuando me di cuenta que mis pasos no me llevaban a ninguna parte y que al tratar de correr mis piernas se transformaban en chicle. Al final perdí la identidad: Yo era una otredad múltiple y el instante presente era el futuro de un pasado milenario. Fue entonces cuando desperté.

II

Hablar de tú con los demonios

El alucinógeno más potente son los estados alterados del sueño. Sólo en cierta hora de la madrugada, a medio camino entre la duermevela y el sueño profundo, logro hablarme de tú con mis demonios.
Hay una percepción que coquetea con lo abominable y como suele suceder, esas revelaciones sólo puedes tenerlas en noches de insomnio.Nadie tan heladamente sincero, tan cruel para escupirte al rostro tus verdades como el insomnio. El insomnio es de esos amigos fieles que jamás sabrán mentirte, aunque su sinceridad se parece mucho al sadismo.Sólo cuando la luz de la lámpara del buró te alumbra a las 4:00 de la mañana puedes tomar conciencia de dónde estás parado y te topas de frente con un espejo brutalmente honesto. Una zona de fantasmas y demonios que te invitan a patinar trazando un círculo en el cañón de la pistola. Una zona en donde la aparente calma del mar bajo un cielo nublado, es heraldo de que algo va a estallar, de que un millón de infiernos silenciados van a hacer erupción dentro de ti como un volcán. Una certidumbre absoluta de que el lugar equivocado es el único posible, el único dónde quieras o no, puedes estar.

III

Hoy es el futuro

Hoy es muchos años después, hoy es el alucinante futuro, hoy es ese lejanísimo lugar en el tiempo que nunca llegaría. La noche del 22 de octubre del 2009 es la alucinación de un niño que la imagina 25 años antes mientras padece esa noche de insomnio. Un niño despierta de madrugada en las tinieblas de su habitación e imagina esa oscuridad improbable, parecida a un sueño angustiante, a los delirios de la fiebre. Un niño para el que la vida adulta es un planeta muy lejano, inalcanzable, tan remoto como ese mentado Siglo XXI para el que tantos años faltan. Un niño que imagina a un adulto que tendrá una noche de insomnio muchos, muchísimos años después.

IV

Una capa de hielo


Mi felicidad es un niño en patines de hielo deslizándose a toda velocidad por una delgada superficie a punto de romperse. Bajo el quebradizo hielo hay un abismo sin fondo, poblado de monstruos, pero en este momento el niño está patinando como si nada. Si la capa de hielo es gruesa o está a punto de derretirse es cosa que le tiene sin cuidado. Hoy estoy patinando; mañana quién sabe.