Eterno Retorno

Saturday, January 03, 2009

Escrito en Moleskine el 1 de enero a las 7:30 de la mañana en el aeropuerto de Monterrey

Dejar atrás, consumar, una vez más, el Eterno Retorno, el vaivén de los ciclos, el girar de las esferas. Detrás de cada partida yace una noche de insomnio y esa dosis de irrealidad que arrastra consigo todo camino a un aeropuerto. Cuántas veces bajando de espaldas y con el brazo en alto por la escalera eléctrica del aeropuerto regiomontano, llevando a cuestas la misma mochila de toda la vida. Cuántas veces se ha repetido esa escena en 1 de enero. Lo único que ha cambiado es que antes me despedía al filo de la media noche y hoy lo hice al amanecer. Las primeras tímidas luces del 2009 nos encontraron sobre las calles mojadas de un Monterrey desolado en donde las mil y un borracheras de fin de año aún no se transformaban en cruda. Dejar atrás, irse y volver, pasajeros con y sin destino, cielos infestados de retornos y vaivenes... y la vida siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido.
El 1 de enero arrastra sus cadenas de sopor e inexistencia. El 1 de enero, condenado a su esencia fantasmal y proscrita. El 1 de enero navega en busca de sentido mientras la niebla se desvanece sobre una pista empapada y los pasajeros modorros mandan mensajitos por sus celulares y yo desparramo este garabateo sin sentido sobre la blanca estepa de mi Moleskine sólo para comprobar que hasta las palabras me saben a 1 de enero.

“La vida como tú la piensas” me escupe un anuncio. ¿Y cómo se supone que pienso yo mi vida? La pienso en la omnipresencia de la pantalla. Los ojos humanos ya no miran cielos ni horizontes, sólo pantallas.

2009= Aguante Eterno. 2009 ¿Cuántos ciclos se alterarán? ¿Dará el Eterno Retorno su vuelta de tuerca?
Puedes beber o no. El 1 de enero siempre tendrá su cara de cruda. El 1 de enero es un día de Sol oculto y ojos rojos, de bostezos desparramados, de hastíos protocolarios. El 1 de enero no puede escapar de sí mismo. Su esencia es tan, tan, pero tan...de 1 de enero, que intentar torcerla es tiempo perdido.


Mirar el mundo desde la ventanilla de un avión. Tanto gris no puede caber en un cuadro. Luces encendidas, lluvia invernal en la pista y un asiento solitario. Hoy por fortuna viajaré solo, con mis recuerdos y mi biblioteca ambulante.


Guadalajara 1 de enero 2009.

Un solo de guitarra de M. Amott me hace olvidar que arrojaré dos horas de mi vida en este aeropuerto tapatío. El 1 de enero aún no logra liberarse de sí mismo. Desde un tiempo para acá, la sala de espera del aeropuerto de Guadalajara se me ha vuelto común. En Tijuana, quiero creer, reina aún la más absoluta modorra y Carolina debe estar en el reino de los sueños.