El luto se ha vuelto la regla y no la excepción en la Policía Municipal de Tijuana, una corporación en la que los funerales de compañeros forman parte de la vida cotidiana de los agentes.
Toque de silencio, salvas al aire, lágrimas de la viuda cayendo sobre el ataúd de caoba, forman parte de una escena muchas veces repetida en la explanada de Palacio Municipal.
Alrededor del féretro, rostros de angustia y resignación de cientos de oficiales que saben bien que el de su compañero no será, por desgracia, el último sepelio.
El 2 de enero, le pregunté a Julián Leyzaola si sería un sueño guajiro creer que el 2009 pudiera terminar con saldo blanco, sin un solo policía ejecutado. Eché la sal. Esa misma noche mataron al primero.
Llevamos siete días de enero y ya van cuatro policías muertos. Hoy desayunamos con cuatro adolescentes decapitados. Hasta esta hora van 24 ejecutados en total. La parranda de la Muerte no conoce de propósitos de año nuevo.
Toque de silencio, salvas al aire, lágrimas de la viuda cayendo sobre el ataúd de caoba, forman parte de una escena muchas veces repetida en la explanada de Palacio Municipal.
Alrededor del féretro, rostros de angustia y resignación de cientos de oficiales que saben bien que el de su compañero no será, por desgracia, el último sepelio.
El 2 de enero, le pregunté a Julián Leyzaola si sería un sueño guajiro creer que el 2009 pudiera terminar con saldo blanco, sin un solo policía ejecutado. Eché la sal. Esa misma noche mataron al primero.
Llevamos siete días de enero y ya van cuatro policías muertos. Hoy desayunamos con cuatro adolescentes decapitados. Hasta esta hora van 24 ejecutados en total. La parranda de la Muerte no conoce de propósitos de año nuevo.