Eterno Retorno

Monday, October 27, 2008

Podianta

Tal vez porque a menudo soy una bestia, adolezco de una confesa debilidad por los bestiarios. El “Manual de zoología fantástica” o “Libro de los seres imaginarios” de Borges siempre está en mi buró y cada noche lo abro al azar en busca de la bestia que me acompañará en mis sueños, aunque he de confesar que mi favorito es un bestiario medieval que conseguí hace un par de años en Buenos Aires. Por supuesto Arreola es también un abrevadero al que retorno cada cierto tiempo como un venado obseso. Lo fascinante del bestiario medieval, es que es un tratado serio, elaborado por monjes quienes se pretenden doctos biólogos y hablan de que la mirada del basilisco puede congelar y matar a los hombres o que la comadreja pare a sus cachorros por la boca, además de incluir animales mitológicos como el Mantícora.

Pues bien, me entero que allá en mi tierra natal se ha conformado un interesantísimo bestiario nacido del a menudo conflictivo matrimonio entre artistas plásticos y narradores, que en esta ocasión se han alineado en perfecta y atípica constelación. Los encargados de dar vida a estas bestias y hacer el milagro de poner a hablar el mismo idioma a pintores y escritores son Livier Fernández y Héctor Alvarado. Mi madre dibujó una extraña criatura llamada Podianta. Nació de su imaginación y sin acuerdo previo, encontró una extraña simetría con la historia que el escritor Luis Valdez imaginó para el personaje. Me encantaría poder mostrar el dibujo de mi madre, pero debo confesar que la razón por la que en seis años este blog jamás ha publicado una imagen, es porque no se cómo hacerlo. Si bien yo soy 101% palabra escrita y a menudo prescindo de la imagen en mi vida, en esta ocasión me gustaría poder mostrar el cuerpo de Podianta. Por lo pronto, me limito a reproducir el cuento de Luis Valdez.



Podianta / Luis Valdez


Hubo un travesti sesentón que al ser sorprendido trabajando en las calles de Reforma y Juan Mendez, recibió una golpiza por parte de la policía, quedando en coma por espacio de 3 años, soñando con aventureros, con hadas y doncellas en peligro.
Hubo así un travesti vegetal que al despertar se encontró con que su cuerpo estaba carcomido, cubierto de escamas, convirtiéndolo en una sirena. Lamentablemente –toda belleza conlleva una maldición-, como sus pies eran enormes, no hay desde ese día zapatos que pueda calzar. Ello le ha causado problemas para conducir su voluminoso trasero.
Hubo al fin un travesti rastrero, que entonces se fue a vivir a las cañerías de nuestra ciudad. En esos escondrijos llora, gime y se alimenta de ratas. Mas, cuando es fecha especial, también devora policías, a los que atrae con una canción de cuna que se logra escuchar a través de las alcantarillas. Ellos asoman sus narices al interior de los desagües y ven solamente una cabellera rubia: La peluca que utiliza La Podianta para protegerse del sol y cubrir su rostro deformado por los años.