Eterno Retorno

Monday, October 13, 2008

Días raros los de este otoño. Un verano testarudo que se resistió a abdicar, desparramó su Sol castigador sobre una ciudad donde la Muerte agarra la parranda cada día. Finalmente, llegaron puntuales los vientos y hoy el Otoño ya es amo y señor. El viento es el principal emisario del deja vu. Sí, las canciones, los olores y el vuelo de los cuervos traen consigo sus ráfagas de nostalgia, pero la llegada del viento es siempre un viaje al pasado sin igual, una constancia del Eterno Retorno. El movimiento de traslación del planeta nos trae de regreso a un Octubre ventoso, y es que sólo en Octubre se puede ver un cielo así, de insoportable claridad. Los vientos de Santana soplan con furia. La nitidez el Mar y el cielo es total. Puedes ver los contornos de las piedras en las islas y los edificios de San Diego lucen en la lejanía sin pizca de bruma que los oculte. Lunes de paz mentirosa. La quietud de este día asusta. Anoche una balacera más, con saldo de tres muertos. Comer mariscos en Tijuana puede ser una actividad de alto riesgo. Y es que un sitio que lleva por nombre Negro Durazo arrastra el karma desde el bautizo.



Edificios a medio construir infestan la carretera. Millones y millones invertidos en una orgía inmobiliaria, en la promesa de un paraíso costero con una vista al Mar vendida a precio de diamante que hoy ya nadie quiere comprar. Del Oasis Resort, palacio kitch de la narco opulencia de los 80, no quedó piedra sobre piedra. A su alrededor empezaron a brotar como hongos condominios de lujo, conjuntos habitacionales y suites destinadas a gringos aburridos, urgidos de gastar su dinero en el tercer mundo. Pero de unas semanas para acá sólo veo torres fantasmagóricas que empiezan a eternizarse como obra negra. Ya no veo albañiles ni movimiento y sí en cambio letreros de urgente remate o cómodo arrendamiento. La carretera escénica se transforma poco a poco en un bulevar de los sueños rotos, en una historia de lo que pudo haber sido, en un corredor fantasma donde sólo se escucha la furia del Pacífico retumbar frente a las decenas de casas abandonadas en San Antonio del Mar.