Vivo en una ciudad en donde matan gente. Un promedio de siete por día. A muchos de ellos los han matado o han tirado sus cadáveres a unos metros del lugar donde laboro. En los últimos 15 días han ejecutado a 104 personas. Ignoro cuántos bebés han venido al mundo en estas dos semanas, pero sospecho que en esta época del año los decesos superaron a los nacimientos en Tijuana. Con la parsimonia de la res en el matadero o del corral de pollos frente al hacha que los degollará, aguardamos al siguiente cadáver. A menudo la Muerte aparece siempre a través de las pantallas, desde lugares muy lejanos, pero aquí caminamos, comemos, cogemos, cagamos y respiramos con la Muerte en los alrededores, a unos pasos de ti. Caminas (o acaso vives) frente a casas en cuyo interior están torturando gente, en las avenidas miras pasar a los comandos negros, mientras las sirenas ejecutan su sinfonía por la Vía Rápida al caer la tarde. Y al final, me queda siempre la impresión de que no hemos comprendido un carajo. Al amanecer, al abrir las páginas de internet, trato de apostar si los centavos perdidos frente al dólar superarán en número a los cadáveres.
Friday, October 10, 2008
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