Kafka en la orilla
Haruki Murakami
TusQuets
Ante un librazo semejante, se vale adjetivar y hasta en superlativo. Dejémonos de rodeos e interpretaciones: Kafka en la orilla es simplemente buenísimo. Así de simple dejamos la definición, pues es de esos raros libros por los que meto las manos al fuego y apuesto triple contra sencillo a que a usted le gustará. Sí, aquí se trata de reseñar con mínima objetividad y no de promover tan descaradamente, pero después de una lectura tan agradable me parece un acto de egoísmo no compartir con usted la emoción. De entrada, el título puede acarrear consigo una falsa idea de densidad extrema. Un libro gordo y con el nombre de Kafka puede evocar escarabajos en la cama, laberintos burocráticos, condenas sin delito y castillos pesadillescos. Pero no, no estamos para nada ante un libro kafkiano y si hay alguna dosis del narrador de Praga, está totalmente impregnada del inconfundible sello Murakami. Aunque es obsesivamente fiel a la marca registrada de su estilo narrativo, el japonés rompe sus propios límites en esta nueva obra y apuesta por una fantasía que irrumpe así, de golpe y sin pedir permiso, tan de repente, que uno acaba por tomarse lo imposible como ordinario. ¿Gatos que hablan? ¿Tormentas de peces? ¿Un Joven Llamado Cuervo? ¿Una flauta elaborada con almas felinas? Muchísima fantasía que entra en la lectura como cuchillo en mantequilla. Y claro, también los inconfundibles personajes marca Murakami. Si usted ha leído obras anteriores de este cada vez más popular autor, encontrará muy familiares a los seres que pueblan las páginas de este libro, empezando por el personaje principal, el adolescente Kafka Tamura, que narra en primera persona y en presente perfecto su huída del hogar paterno a los 15 años de edad. Y por supuesto, tratándose de este autor, no pueden faltar las mujeres enigmáticas.Al igual que las chicas Almodóvar, a las chicas Murakami les suele faltar un tornillo. Si algo destaca en todos los libros de Murakami como Tokio Blues y Sputnik mi amor, son sus personajes femeninos. Mujeres enigmáticas, huidizas, tocadas y acaso por todo ello adorables. Kafka en la orilla no es la excepción, aunque el peso de la historia no recae, como en anteriores obras, en los misterios femeninos.
A cambio, Murakami ha creado un personaje inolvidable, de esos que hacen historia y crean culto: Nakata, el señor que habla con los gatos y que siendo niño, en una bélica tarde de 1944, borró para siempre su disco duro mental.
Valiéndose del cada vez más recurrido estilo de alternar historias aparentemente inconexas, Murakami dedica los capítulos nones a la narración en primera persona de Kafka Tamura y los capítulos pares a la historia de Nakata, en donde lo mismo se vale de informes, entrevistas, testimonios y la infalible narración en tercera persona en la que incurre el propio Nakata para hablar de sí mismo.
El hilo conductor es Kafka Tamura y la historia arranca cuando el día de su cumpleaños número 15 roba dinero de la caja fuerte de su padre y escapa de su casa, perseguido por una profecía y aconsejado por un Joven Llamado Cuervo. Mucho misterio y una atmósfera que coquetea con lo fantástico rodea a Kafka en su huída, pero es hasta la irrupción de Nakata cuando, sin darnos cuenta, nos vamos sumergiendo en un universo alucinante que en un abrir y cerrar de ojos se encarga de atraparnos y acaso para siempre, pues este es un libro que marca y amenaza con perpetuarse como objeto sagrado en el altar del buró.
Haruki Murakami
TusQuets
Ante un librazo semejante, se vale adjetivar y hasta en superlativo. Dejémonos de rodeos e interpretaciones: Kafka en la orilla es simplemente buenísimo. Así de simple dejamos la definición, pues es de esos raros libros por los que meto las manos al fuego y apuesto triple contra sencillo a que a usted le gustará. Sí, aquí se trata de reseñar con mínima objetividad y no de promover tan descaradamente, pero después de una lectura tan agradable me parece un acto de egoísmo no compartir con usted la emoción. De entrada, el título puede acarrear consigo una falsa idea de densidad extrema. Un libro gordo y con el nombre de Kafka puede evocar escarabajos en la cama, laberintos burocráticos, condenas sin delito y castillos pesadillescos. Pero no, no estamos para nada ante un libro kafkiano y si hay alguna dosis del narrador de Praga, está totalmente impregnada del inconfundible sello Murakami. Aunque es obsesivamente fiel a la marca registrada de su estilo narrativo, el japonés rompe sus propios límites en esta nueva obra y apuesta por una fantasía que irrumpe así, de golpe y sin pedir permiso, tan de repente, que uno acaba por tomarse lo imposible como ordinario. ¿Gatos que hablan? ¿Tormentas de peces? ¿Un Joven Llamado Cuervo? ¿Una flauta elaborada con almas felinas? Muchísima fantasía que entra en la lectura como cuchillo en mantequilla. Y claro, también los inconfundibles personajes marca Murakami. Si usted ha leído obras anteriores de este cada vez más popular autor, encontrará muy familiares a los seres que pueblan las páginas de este libro, empezando por el personaje principal, el adolescente Kafka Tamura, que narra en primera persona y en presente perfecto su huída del hogar paterno a los 15 años de edad. Y por supuesto, tratándose de este autor, no pueden faltar las mujeres enigmáticas.Al igual que las chicas Almodóvar, a las chicas Murakami les suele faltar un tornillo. Si algo destaca en todos los libros de Murakami como Tokio Blues y Sputnik mi amor, son sus personajes femeninos. Mujeres enigmáticas, huidizas, tocadas y acaso por todo ello adorables. Kafka en la orilla no es la excepción, aunque el peso de la historia no recae, como en anteriores obras, en los misterios femeninos.
A cambio, Murakami ha creado un personaje inolvidable, de esos que hacen historia y crean culto: Nakata, el señor que habla con los gatos y que siendo niño, en una bélica tarde de 1944, borró para siempre su disco duro mental.
Valiéndose del cada vez más recurrido estilo de alternar historias aparentemente inconexas, Murakami dedica los capítulos nones a la narración en primera persona de Kafka Tamura y los capítulos pares a la historia de Nakata, en donde lo mismo se vale de informes, entrevistas, testimonios y la infalible narración en tercera persona en la que incurre el propio Nakata para hablar de sí mismo.
El hilo conductor es Kafka Tamura y la historia arranca cuando el día de su cumpleaños número 15 roba dinero de la caja fuerte de su padre y escapa de su casa, perseguido por una profecía y aconsejado por un Joven Llamado Cuervo. Mucho misterio y una atmósfera que coquetea con lo fantástico rodea a Kafka en su huída, pero es hasta la irrupción de Nakata cuando, sin darnos cuenta, nos vamos sumergiendo en un universo alucinante que en un abrir y cerrar de ojos se encarga de atraparnos y acaso para siempre, pues este es un libro que marca y amenaza con perpetuarse como objeto sagrado en el altar del buró.