Eterno Retorno

Tuesday, July 04, 2006

La venganza del Imperio Romano

L'Italia è in finale del Mondiale: un risultato ottenuto con grande sofferenza ma anche con estrema convinzione, battendo 2-0 la Germania padrona di casa ai supplementari. Di Grosso e Del Piero i due gol, arrivati quando tutti sembravano già pronti per i rigori.


El Río Rhin fue históricamente la frontera natural del Imperio Romano. Más allá de sus aguas, la loba romana no pudo imponer sus reales. Lo que hoy es el territorio alemán eran los negros bosques poblados por los pueblos Godos (después bifurcados en visigodos y ostrogodos). Contra ellos no pudo ni Julio César ni su sobrino Augusto. Los Godos fueron el mayor espanto de los romanos que se daban por bien servidos con mantenerlos quietos más allá de sus fronteras. A diferencia de lo que sucedió con las Galias, Hispania y Helvecia, el territorio de Germania jamás conoció la invasión romana. Siglos después, con el Imperio Romano en plena decadencia, los peores terrores de los romanos se confirmaron: Los Godos traspasaron sus fronteras y avanzaron lentos pero seguros hacia Roma aprovechando que todos los caminos conducen a ella. Para el año 476 DC, Roma estaba dominada por los bárbaros. El Imperio Romano jamás pudo contra Germania.

Pues bien, ayer la Squadra Azzurri se vengó, una vez más, de las milenarias afrentas de los germanos contra la paz romana. En este clásico de tricampeones Italia es la que manda. Un país entero llora. Nada se compara al duelo nacional que genera la eliminación de un equipo anfitrión de una Copa del Mundo.
En el Mundial la Historia pesa toneladas. A menudo me dicen que el pasado está muerto, pero en la Copa no es cosa fácil romper dominios. Los alemanes de cierta edad, sin duda recuerdan el partido del siglo en León en aquel ardiente verano de 1970, cuando los azurros se impusieron por 4-3. Los mayores de treinta y tantos sin duda se acuerdan del césped del Santiago Bernabeu en 1982 y de los tachones de Paolo Rossi y los brazos de Zenga.

La pura fuerza del Panzer no le bastó a los germanos. Hay una fórmula muy viejita patentada en Italia que muchos años después sigue surtiendo efectos. Cuando los italianos te ponen una línea de cuatro al centro, no parece haber poder humano capaz de penetrarla. Pero ayer lo de Lippi no fue catenaccio ortodoxo. Sabía bien que la Historia condena a los azurris en penales (tienen una historia peor que la mexicana de tres eliminaciones de mundiales desde los once pasos) y que llegar a semejante definición con los germanos no sería un buen negocio. Así que al catenaccio más tradicional lo condimentó con salsita de ataque. Lippi, cosa impensable en un técnico italiano, arrojó toda la carne al asador. Hizo la apuesta más arriesgada y le salió a las mil maravillas. Cuando los germanos habían dado todo el resto físico y trataban de sacar fuerzas de flaqueza de la noria del corazón o de plano apostaban descaradamente a los penales, vino el latigazo de Grosso. Nunca un Gol había vestido de luto a tanta gente. Colorín colorado Alemania.

Para hablar del partido, nadie mejor que mis colegas del Diario Marca.

El equipo de Lippi se olvidó del Catenaccio que había exhibido en este Mundial y dejó que sus futbolistas hicieran lo que saben: jugar. Los ?jugones? de la azzurra se marcaron un partido que difícilmente se olvidará ante un Alemania que no pudo sacar provecho a su estilo de siempre. En un final épico y cuando los anfitriones parecían buscar la tanda de penaltis como única solución al desastre que se avecinaba, los italianos se negaron a jugarse el pase a la final a un cara o cruz y dejaron un par de obras de arte para la posteridad que surgieron de los pies de Grosso y Del Piero. Dos directos al mentón de Alemania que cayó a plomo sobre el césped del renovado Westfalenstadion.

Ahí los dejo con las palabras de Lippi en entrevista con el Corriere Della Sera

Abbiamo sofferto, ma la sofferenza ci fa godere maggiormente. La soddisfazione è grandissima. Ma se stasera c'era una squadra che doveva vincere, questa era la nostra. Lo ha detto Marcello Lippi a caldo appena conclusa la semifinale tra Italia e Germania. Abbiamo rischiato pochissimo - ha osservato il ct - loro hanno fatto un solo tiro in porta. Ma è stato bello vincere entro i 120 minuti. Forse avremmo vinto anche ai rigori, e pure al sorteggio, se esiste una giustizia. Perché il successo lo meritavamo noi. Sul gruppo il tecnico aggiunge: Questi ragazzi sono speciali. Devono essere fieri di quello che hanno fatto. Stanno facendo sognare una nazione. Ma non è ancora finita. «A Berlino servirà un'altra Italia così, chiunque sia l'altra finalista.