La agitadísima semana terminó porque algún día tenía que terminar. Sólo puedo decir que no fui dueño de un solo segundo para poder darme una vuelta por mi cuna porquerioza.
A manera de resumen o bitácora:
El Foro Internacional de Migración en la UABC brilló por su pésima organización. Muy bonitos carteles, gran presentación, pero pésima logística y derroche de informalidad. Imagínense que acabé exponiendo en un panel donde los otros tres de la mesa eran líderes migrantes de las ciudades de Chicago, LA y Boston. Se suponía que seríamos pura fauna periodiquera. Pensaba hablar del papel de los medios en la cobertura del fenómeno migratorio, pero acabé platicándoles mi experiencia con la comunidad mexicana en Nueva York cuando fui a cubrir los efectos del 11 de septiembre. Mal que bien y pese a todo, llevé el barquito a buen puerto.
En la Feria del Libro en cambio me divertí mucho mientras trataba de evangelizar a los asistentes y convertirlos al credo heavymetalero. Acompañado por mis enciclopédicos amigos los ciruelos eléctricos que llevaron su tornamesa y pusieron hartos discos, pasé la tarde a gusto en el Jai Alai bebiendo unas chelitas cortesía del IMAC que tuvo a bien invitarnos y organizar el evento que después de todo salió bien. A diferencia del mierdozo foro de migración, puedo concluir que los pocos que acudieron lo hicieron de corazón y eso se reflejó a la hora de las participaciones y comentarios. Mis compras, nada del otro mundo. El rojo abril que se ganó el Alfaguara y la Posibilidad de una isla, además de una edición ilustrada de El Cuervo de Poe acompañada por el Poema del Antiguo Marinero de Coleridge y Demonios de Dostoievski en Porrua. Mi compadre Cipriano el Ciruelo Eléctrico me ha hecho un regalazo: Un vinil de pirmera edición del Live After Death de Iron Maiden, el mejor disco en vivo de toda la historia. Agradecido como soy, correspondí con una edición de El Curvo de Poe.
Es bonito recibir regalos, máxime cuando llegan de lejos y los envían aquellos que amas. Mis padres me han enviado un paquete de regalos que incluyen el enorme volumen de Filosofía del Derecho escrito por mi Abuelo en Porrúa además de la nueva edición de su Filosofía del Quijote editada por la UANL. Un excelente y atípico libro sobre el contexto histórico real en que se desarrolla Asterix y un reto a la vista de lince y la cabeza fresca que consiste buscar a Ideafix entre un mar de galos y romanos. Ello además de una bella moneda del Quijote de José Lupe Posada, un pin de la Polla Records, un magneto de España y la bella camiseta visitante de los cañoneros londineses del Arsenal. Dicen que la gratitud antes que un deber es un privilegio. Hoy soy privilegiado y se me ha alegrado la vida.
Me agrada Trejo. Al menos me agrada mucho más que Carrillo o Arias, pero como que no le veo cara de técnico Tigre.
Si no hay cambio de planes, al ratito nos lanzamos a ver al Mago de Oz. Disfrutemos la Fiesta Pagana.
Algo está pasando, algo está cambiando, hay algo pateando fuerte en el alma, unos demonios que me aconsejan no castrar mi rabia.
Tomarse un año sabático, un descanso, darse el lujo de gritar basta. Lujo de burgueses. La vida es una cárcel con las puertas abiertas. Yo tengo que parar, debo parar y no puedo.
La música del azar
Paul Auster
Anagrama
Por Daniel Salinas Basave
¿Puede una novela tener sabor a Kerouac y de un párrafo a otro transformarse en Kafka? Imaginen que están leyendo ?On the road? y en un derrepente la historia se transforma en ?El proceso? o ?El castillo?. En las primeras páginas el lector se pasea por improbables carreteras y sórdidos moteles y de pronto, casi sin darse cuenta, está atrapado en un laberinto de absurdos. Eso es exactamente ?La música del azar? de Paul Auster. Siguiendo con la odiosa comparación, pero dejando atrás a Kerouac y a Kafka, pongamos a Auster ante su propio espejo y encontremos que esta novela tiene de entrada un olor a ?Leviatán? y acaba por recordarnos a ?El país de las últimas cosas?, dos de los inolvidables de la obra austeriana. Lo mejor de todo es que los austerólogos o mejor dicho austeradictos, no perdemos la capacidad de sorpresa ante este señor de New Jersey cuya pluma parece gozar haciendo pedazos cualquier convencionalismo.
Si alguna vez José Revueltas dijo que le hubiera gustado llamar a toda su obra ?Los días terrenales?, creo que no sería descabellado sugerirle a Auster que toda su obra se llame ?La música del azar?. El título es perfecto no solo para nombrar la obra sino para definir el espíritu de Auster. El azar es la escencia de la obra de este narrador norteamericano con escuela europea.
?La música del azar? es la historia de Jim Nashe, un bombero cuya monótona vida se transforma cuando su padre, un hombre al que jamás conoció, le deja por herencia varias decenas de miles de dólares. Recién divorciado de su mujer y alejado de su pequeña hija, Nashe deja su empleo en el Cuerpo de Bomberos de Boston, se compra un carro nuevo y se arroja en brazos de la carretera y el azar. Durante meses Nashe conduce miles de millas a lo largo de todo el país sin rumbo definido, sin otro propósito que el disfrutar la carretera, sin desear llegar a lugar alguno, durmiendo apenas unas horas en hoteles de traileros, conduciendo 16 horas seguidas mientras consume su herencia. Hasta ahí estamos ante la clásica historia americana de carretera, un canto a la libertad y el desarraigo del errabundo.
El encuentro casual con el joven Jack Pozzi no desentona para nada con la canción de carretera, al menos en apariencia. Pozzi es un joven jugador de cartas que vaga de un lugar a otro ganando partidas. Nashe apuesta el todo o el nada en Pozzi y decide jugarse los últimos 10 mil dólares de su cartera apoyando al chico para que derrote a un par de millonarios chiflados que lo han retado a una partida. Pozzi le asegura que no hay lugar para la derrota y que al amanecer serán hombres ricos. Pero al entrar a la mansión de los magnates se acaba la canción de la carretera y entramos de lleno a los territorios kafkianos. En verdad no me viene a la memoria una novela que tenga un cambio de rítmo tan radical y repentino como ?La música del azar?. La aleatoriedad y el absurdo son una ácida mezcla. La atmósfera de libertad cambia su rostro, las alas se queman y. la vida enterra se transforma en el ?Mito de Sísifo?.
A manera de resumen o bitácora:
El Foro Internacional de Migración en la UABC brilló por su pésima organización. Muy bonitos carteles, gran presentación, pero pésima logística y derroche de informalidad. Imagínense que acabé exponiendo en un panel donde los otros tres de la mesa eran líderes migrantes de las ciudades de Chicago, LA y Boston. Se suponía que seríamos pura fauna periodiquera. Pensaba hablar del papel de los medios en la cobertura del fenómeno migratorio, pero acabé platicándoles mi experiencia con la comunidad mexicana en Nueva York cuando fui a cubrir los efectos del 11 de septiembre. Mal que bien y pese a todo, llevé el barquito a buen puerto.
En la Feria del Libro en cambio me divertí mucho mientras trataba de evangelizar a los asistentes y convertirlos al credo heavymetalero. Acompañado por mis enciclopédicos amigos los ciruelos eléctricos que llevaron su tornamesa y pusieron hartos discos, pasé la tarde a gusto en el Jai Alai bebiendo unas chelitas cortesía del IMAC que tuvo a bien invitarnos y organizar el evento que después de todo salió bien. A diferencia del mierdozo foro de migración, puedo concluir que los pocos que acudieron lo hicieron de corazón y eso se reflejó a la hora de las participaciones y comentarios. Mis compras, nada del otro mundo. El rojo abril que se ganó el Alfaguara y la Posibilidad de una isla, además de una edición ilustrada de El Cuervo de Poe acompañada por el Poema del Antiguo Marinero de Coleridge y Demonios de Dostoievski en Porrua. Mi compadre Cipriano el Ciruelo Eléctrico me ha hecho un regalazo: Un vinil de pirmera edición del Live After Death de Iron Maiden, el mejor disco en vivo de toda la historia. Agradecido como soy, correspondí con una edición de El Curvo de Poe.
Es bonito recibir regalos, máxime cuando llegan de lejos y los envían aquellos que amas. Mis padres me han enviado un paquete de regalos que incluyen el enorme volumen de Filosofía del Derecho escrito por mi Abuelo en Porrúa además de la nueva edición de su Filosofía del Quijote editada por la UANL. Un excelente y atípico libro sobre el contexto histórico real en que se desarrolla Asterix y un reto a la vista de lince y la cabeza fresca que consiste buscar a Ideafix entre un mar de galos y romanos. Ello además de una bella moneda del Quijote de José Lupe Posada, un pin de la Polla Records, un magneto de España y la bella camiseta visitante de los cañoneros londineses del Arsenal. Dicen que la gratitud antes que un deber es un privilegio. Hoy soy privilegiado y se me ha alegrado la vida.
Me agrada Trejo. Al menos me agrada mucho más que Carrillo o Arias, pero como que no le veo cara de técnico Tigre.
Si no hay cambio de planes, al ratito nos lanzamos a ver al Mago de Oz. Disfrutemos la Fiesta Pagana.
Algo está pasando, algo está cambiando, hay algo pateando fuerte en el alma, unos demonios que me aconsejan no castrar mi rabia.
Tomarse un año sabático, un descanso, darse el lujo de gritar basta. Lujo de burgueses. La vida es una cárcel con las puertas abiertas. Yo tengo que parar, debo parar y no puedo.
La música del azar
Paul Auster
Anagrama
Por Daniel Salinas Basave
¿Puede una novela tener sabor a Kerouac y de un párrafo a otro transformarse en Kafka? Imaginen que están leyendo ?On the road? y en un derrepente la historia se transforma en ?El proceso? o ?El castillo?. En las primeras páginas el lector se pasea por improbables carreteras y sórdidos moteles y de pronto, casi sin darse cuenta, está atrapado en un laberinto de absurdos. Eso es exactamente ?La música del azar? de Paul Auster. Siguiendo con la odiosa comparación, pero dejando atrás a Kerouac y a Kafka, pongamos a Auster ante su propio espejo y encontremos que esta novela tiene de entrada un olor a ?Leviatán? y acaba por recordarnos a ?El país de las últimas cosas?, dos de los inolvidables de la obra austeriana. Lo mejor de todo es que los austerólogos o mejor dicho austeradictos, no perdemos la capacidad de sorpresa ante este señor de New Jersey cuya pluma parece gozar haciendo pedazos cualquier convencionalismo.
Si alguna vez José Revueltas dijo que le hubiera gustado llamar a toda su obra ?Los días terrenales?, creo que no sería descabellado sugerirle a Auster que toda su obra se llame ?La música del azar?. El título es perfecto no solo para nombrar la obra sino para definir el espíritu de Auster. El azar es la escencia de la obra de este narrador norteamericano con escuela europea.
?La música del azar? es la historia de Jim Nashe, un bombero cuya monótona vida se transforma cuando su padre, un hombre al que jamás conoció, le deja por herencia varias decenas de miles de dólares. Recién divorciado de su mujer y alejado de su pequeña hija, Nashe deja su empleo en el Cuerpo de Bomberos de Boston, se compra un carro nuevo y se arroja en brazos de la carretera y el azar. Durante meses Nashe conduce miles de millas a lo largo de todo el país sin rumbo definido, sin otro propósito que el disfrutar la carretera, sin desear llegar a lugar alguno, durmiendo apenas unas horas en hoteles de traileros, conduciendo 16 horas seguidas mientras consume su herencia. Hasta ahí estamos ante la clásica historia americana de carretera, un canto a la libertad y el desarraigo del errabundo.
El encuentro casual con el joven Jack Pozzi no desentona para nada con la canción de carretera, al menos en apariencia. Pozzi es un joven jugador de cartas que vaga de un lugar a otro ganando partidas. Nashe apuesta el todo o el nada en Pozzi y decide jugarse los últimos 10 mil dólares de su cartera apoyando al chico para que derrote a un par de millonarios chiflados que lo han retado a una partida. Pozzi le asegura que no hay lugar para la derrota y que al amanecer serán hombres ricos. Pero al entrar a la mansión de los magnates se acaba la canción de la carretera y entramos de lleno a los territorios kafkianos. En verdad no me viene a la memoria una novela que tenga un cambio de rítmo tan radical y repentino como ?La música del azar?. La aleatoriedad y el absurdo son una ácida mezcla. La atmósfera de libertad cambia su rostro, las alas se queman y. la vida enterra se transforma en el ?Mito de Sísifo?.