La huida del aburrimiento, dice Niezsche, es la madre de las artes
Imaginemos una cultura que no tenga ninguna sede originaria firme y sagrada, sino que esté condenada a agotar todas las posibilidades y alimentarse pobremente de todas las culturas; eso es el presente, como resultado de aquel socratismo orientado a la destrucción del mito ¿Hacia dónde apunta la enorme necesidad histórica de la insatisfecha cultura moderna, el congregar en torno a sí numerosas otras culturas, el devorador querer conocer, si no es a la pérdida del mito, a la pérdida de la patria mítica, del mítico seno materno? Nietzsche, El Nacimiento de la Tragedia.
El hombre actual, carente de mitos, es un desarraigado. Este hombre busca apoyo en la posesión, en la técnica, en la ciencia y en el archivo de la historia.
El Buda de los suburbios
Hanif Kureishi
Anagrama
Por Daniel Salinas Basave
Hacía un buen rato que un libro no me hacía reir tanto como El Buda de los suburbios de Hanif Kureishi. Comencé su lectura, sin mucha convicción, la tarde del pasado domingo y así, como no queriendo mucho la cosa, ese mismo día había leído tres cuartas partes de la novela.
El de Kureishi no es un humor convencional. Tal vez el secreto es que la mofa parece ser involuntaria, natural, inherente a la narración misma.
El resultado es una historia que dentro de su comicidad, entrega un drama humano profundo y desgarrador. Con esa levedad engañosa, el narrador se ríe de si mismo y de su cultura. Entre broma y broma va desnudando la ridiculez de las ambiciones clasemedieras en el mundo occidental, los complejos de los inmigrantes, las angustias adolescentes y el insoportable snobismo del misticismo oriental.
El Buda de los suburbios es una novela narrada en primera persona por el joven Karim Amir, hijo de un emigrante de Bombay y una londinense de la clase media. Karim Amir ha nacido y crecido en los suburbios de Londres. Se autodefine como inglés de los píes a la cabeza o casi, pues aunque no habla la lengua paterna, su existencia transcurre inmersa en el ambiente de los inmigrantes indios en Inglaterra.
Su padre es un burócrata de bajo escalafón y su madre una frustrada empleada de zapatería. La monótona historia de la familia se transforma cuando el padre de Karim se convierte de golpe y porrazo en el Buda de los suburbios. Tras leer un par de libros de yoga y meditación y ayudado por su aspecto de indio, el burócrata inmigrante se convirte en un gurú místico que seduce a la embobada clase media inglesa, sedienta de trascendencia espiritual y emociones redentoras. Eva Kay, el ama de casa suburbana con ambiciones de extravagancia, se transforma en su manager y amante. El joven Karim, de 17 años de edad, inmerso en confusiones sexuales y dilemas de identidad, contempla la transformación de su padre y la desintegración de su hogar. A su alrededor, desfilan prototípicos seres oficiantes del ritual de lo habitual, entes inmersos en la cárcel de lo común que buscan el misticismo como medicina al aburrimiento y el sin sentido. El marco de la historia es el Londres de los años setenta, una ciudad multiracial donde los hippies mutan en punks entre raciones dosificadas de feminismo, teatro alternativo, socialistas de café, insurgentes posmodernos, drogas de todos los clores y sabores y ambiciones petulantes. Ese es el Londres que nos narra Karim con su inocete cinismo.
Kureishi, pakistaní de nacimiento emigrado a Inglaterra, es junto con Salman Rushdie el abanderado del éxodo indio a Occidente. Pero a diferencia del surrealismo inconoclasta de Rushdie, Kureishi nos expone paisajes de la vida ordinaria de una generación atiborrada de sueños rotos que acaba por resultar terriblemente graciosa por lo en serio que se toma.
Imaginemos una cultura que no tenga ninguna sede originaria firme y sagrada, sino que esté condenada a agotar todas las posibilidades y alimentarse pobremente de todas las culturas; eso es el presente, como resultado de aquel socratismo orientado a la destrucción del mito ¿Hacia dónde apunta la enorme necesidad histórica de la insatisfecha cultura moderna, el congregar en torno a sí numerosas otras culturas, el devorador querer conocer, si no es a la pérdida del mito, a la pérdida de la patria mítica, del mítico seno materno? Nietzsche, El Nacimiento de la Tragedia.
El hombre actual, carente de mitos, es un desarraigado. Este hombre busca apoyo en la posesión, en la técnica, en la ciencia y en el archivo de la historia.
El Buda de los suburbios
Hanif Kureishi
Anagrama
Por Daniel Salinas Basave
Hacía un buen rato que un libro no me hacía reir tanto como El Buda de los suburbios de Hanif Kureishi. Comencé su lectura, sin mucha convicción, la tarde del pasado domingo y así, como no queriendo mucho la cosa, ese mismo día había leído tres cuartas partes de la novela.
El de Kureishi no es un humor convencional. Tal vez el secreto es que la mofa parece ser involuntaria, natural, inherente a la narración misma.
El resultado es una historia que dentro de su comicidad, entrega un drama humano profundo y desgarrador. Con esa levedad engañosa, el narrador se ríe de si mismo y de su cultura. Entre broma y broma va desnudando la ridiculez de las ambiciones clasemedieras en el mundo occidental, los complejos de los inmigrantes, las angustias adolescentes y el insoportable snobismo del misticismo oriental.
El Buda de los suburbios es una novela narrada en primera persona por el joven Karim Amir, hijo de un emigrante de Bombay y una londinense de la clase media. Karim Amir ha nacido y crecido en los suburbios de Londres. Se autodefine como inglés de los píes a la cabeza o casi, pues aunque no habla la lengua paterna, su existencia transcurre inmersa en el ambiente de los inmigrantes indios en Inglaterra.
Su padre es un burócrata de bajo escalafón y su madre una frustrada empleada de zapatería. La monótona historia de la familia se transforma cuando el padre de Karim se convierte de golpe y porrazo en el Buda de los suburbios. Tras leer un par de libros de yoga y meditación y ayudado por su aspecto de indio, el burócrata inmigrante se convirte en un gurú místico que seduce a la embobada clase media inglesa, sedienta de trascendencia espiritual y emociones redentoras. Eva Kay, el ama de casa suburbana con ambiciones de extravagancia, se transforma en su manager y amante. El joven Karim, de 17 años de edad, inmerso en confusiones sexuales y dilemas de identidad, contempla la transformación de su padre y la desintegración de su hogar. A su alrededor, desfilan prototípicos seres oficiantes del ritual de lo habitual, entes inmersos en la cárcel de lo común que buscan el misticismo como medicina al aburrimiento y el sin sentido. El marco de la historia es el Londres de los años setenta, una ciudad multiracial donde los hippies mutan en punks entre raciones dosificadas de feminismo, teatro alternativo, socialistas de café, insurgentes posmodernos, drogas de todos los clores y sabores y ambiciones petulantes. Ese es el Londres que nos narra Karim con su inocete cinismo.
Kureishi, pakistaní de nacimiento emigrado a Inglaterra, es junto con Salman Rushdie el abanderado del éxodo indio a Occidente. Pero a diferencia del surrealismo inconoclasta de Rushdie, Kureishi nos expone paisajes de la vida ordinaria de una generación atiborrada de sueños rotos que acaba por resultar terriblemente graciosa por lo en serio que se toma.