Eterno Retorno

Monday, January 09, 2006

Migración y redundancia

Valga la redundancia. Con esas palabras deberíamos iniciar todas las notas periodísticas sobre el tema de migración. Disculpen la brutal honestidad, pero toda nota sobre migración es redundante. De todo ese rosario de repetitivos clichés que conforman el temario cotidiano de un medio de comunicación en la frontera, la migración es el más consumado teatro de las redundancias. Que los periodistas tenemos mucha culpa de ello, lo admito. Tal vez no hemos sabido dimensionar el fenómeno o acaso no damos con el secreto para hacerlo pasar como un tópico interesante ante nuestros lectores. No le falta razón a mi colega Fausto de www.transpeninsular.blogspot.com , cuando cuestiona el tratamiento que hemos dado al tema del muro fronterizo. Sin embargo, cuando tu labor es la de reflejar imparcialmente en notas los hechos, descubrirás que hagas lo que hagas, te volverás redundante. ¿Por qué? Porque el tema de la migración es un vil pantano. Agua estancada desde hace largos años. Usa tu imaginación, rómpete la cabeza, escribe tu mejor crónica y al final acabarás hablando de lo mismo. Empecé a escribir sobre migración en 1999. Si le doy copy paste a las notas que escribía hace siete años, podrían resultar actuales. Lo único que ha cambiado, a lo sumo, es el número de migrantes muertos en la frontera. El discurso de políticos mexicanos y estadounidenses es igualito y los actos de protesta de los activistas siguen adoleciendo la misma intrascendencia y falta de imaginación.


Creo que a casi cualquier comunicador en la frontera nos ha tocado cubrir los distintos ángulos del fenómeno. Desde la historia del paisano golpeado por la Patrulla Fronteriza que convalece en la Casa del Migrante, hasta la del tijuanense de clase media alta humillado por los migras en una segunda revisión. También hemos bebido demasiado café insípido en las reuniones de gobernadores fronterizos, los foros binacionales para hablar de acuerdo migratorio y trabajo temporal, los paneles para discutir sobre agilización de cruces fronterizos, los sesudos estudios del Colef, las protestas de Claudia Smith y Enrique Morones en el Bordo. Desayunar, siempre lo mismo, lo mismo, lo mismo. Puedo recetar el discurso de políticos y activistas como una oración, un Padre Nuestro que se pronuncia dormitando con el rosario en mano, una perorata de merolico. Aunque bueno, injusto sería no reconocer que algunas cosas sí se han ido modificando con el paso de los años: La vigilancia en la frontera es mucho más rígida, los cruces legales más lentos, la actitud de Estados Unidos más déspota e intolerante y cada año se mueren más migrantes.


Este año el tema de la migración volvió a saltar a la palestra y a despertar un poco la amodorrada atención de ese monstruo caprichoso llamado opinión pública. Tres hechos concretos lo provocaron: La aparición de los llamados caza migrantes, la autorización para construir el muro fronterizo y el asesinato del migrante Guillermo Martínez, baleado por la espalda por un agente de la Patrulla Fronteriza. Mal que bien, el tema volvió a acaparar los titulares luego de varios años invernando en el cementerio de las breves interiores. Sin embargo, pese a esa nueva ola de indignación, el tema sigue inmerso en su mismo pantano. Mucha indignación, mucha protesta, hasta una notota diplomática por la muerte del migrante (uyyy que miedo) y al final, seguimos cómodamente en las mismas.


El pasado jueves fui a la garita de San Ysidro a cubrir una conferencia del mismísimo secretario de Seguridad de estados Unidos Michael Chertoff. Tipo duro, malencarado, flaco, nervudo, con mirada de ave rapaz, vigilado por impresionantes agentes del servicio secreto, tanque de guerra incluido. A menudo los funcionarios estadounidenses son más hipócritas y rolleros que los mexicanos. En afán de no romper las formas diplomáticos y no ser chocantes, acaban por eructar peroratas someras, terriblemente lights, cuidándose mucho de que no haya un compromiso de por medio. Estamos analizando la posibilidad de un acuerdo migratorio, reconocemos la importancia de los cruces fronterizos, pero ustedes saben, desde 09/11 la prioridad es la seguridad, bla, bla, bla. Hasta Arnold el Governator salió con un chorito de esos hace un mes en LA.
Pues bien, Chertoff no se anduvo con rodeos. Cuando le preguntamos sobre la muerte del migrante Guillermo Martínez, no dudo en respaldar al agente asesino y decir que a eso se arriesgan los que cruzan ilegalmente la frontera. Bajo el argumento de que el migrante arrojó piedras al patrullero, éste le disparó por la espalda. Según Chertoff, eso se justifica plenamente, pues una agresión, así sea con una piedrita, es una agresión y debe ser repelida con fuego. Ahora sí me quedó claro como piensa Washington. Chertoff no pudo ser más claro. Hagan las protestas que quieran, saturen el correo de notas diplomáticas, al Tío Sam no le importa. Cada que un migrante ose arrojar una piedrita contra la Border Patrol, le responderán a plomazos, pues tienen la bendición de su jefe.

La oposición le reprocha a Vicente Fox ser servil con Estados Unidos y pecar de extrema timidez a la hora de alzar la voz por nuestros compatriotas muertos. Andrés Manuel López Obrador afirma que él sí va a defender a los migrantes, que no doblará las manos. Muy bien. Yo quiero que por favor me aclaren una cosa ¿Qué significa no doblar las manos? ¿Qué significa alzar la voz? ¿Hacer tremendo berrinche? ¿Creen ustedes que servirá de un carajo?
Ya en serio, pregúntenselo fríamente: ¿Qué demonios puede hacer un pobre gobierno latinoamericano contra Washington? ¿Cuál sería una forma efectiva de mostrar indignación? ¿Hacer pedazos el TLC? ¿Romper relaciones diplomáticas y expulsar de México al embajador Tony Garza? ¿Declarar persona non grata a Bush en el país? ¿Qué mandatario en su sano juicio haría eso? ¿Lo haría un Evo Morales? No creo

Este año se van a morir cientos de migrantes y ¿qué va a pasar? Nada, absolutamente nada. Los activistas seguirán protestando y los intelectualoides y culturozos profesionales seguirán sirviéndose del dolor de los paisanos como tema perfecto para exposiciones como in site o proyectos artísticos urbanos de sudo protesta.

Voy a empezar a creer en los activistas y en los intelectuales antiyanquis el día que uno de ellos se pare frente a la garita, saque su visa laser y la haga pedazos frente a los migras. Conste que no te pido que te limpies el culo con ella. Sólo que rompas tu visa y arrojes los pedacitos al suelo mientras regresas con aire de dignidad a México. Esa mierdoza tarjeta que te costó 100 dólares, una larga fila, horas de espera en una cita humillante y un recabar kilos de papeles que certifiquen que eres un hombre de bien, cómodamente instalado en la clase media, que ganas dinero y tienes tus respectivas deudas e ingresos seguros y que sólo irás a USA a malgastar tu aguinaldo en Fashion Valley en donde te comprarás un i pod. Ándale, rompe la visa, demuestra que no necesitas cruzar para nada, que en territorio mexicano te basta y sobra para ser feliz. ¿Lo harías?

A ver, que Estados Unidos nos trata mal. Pues vamos aplicándole el 33 a los miles de jubilados gringos que viven en nuestra costa bajacaliforniana y han privatizado nuestras playas. Vamos a dejar de comprar sus productos y a dejar de exportar los nuestros. Vamos a poner agentes en nuestra frontera y a exigirles visa. Vamos a hacer pedazos nuestras relaciones diplomáticas y a envolvernos en la bandera de la dignidad aliados con Cuba. ¿Qué les parece? ¿Vamos a hacer eso? ¿Verdad que no se va a hacer? Es más fácil hacer protestitas, para que se note que estamos muy enojados, que no nos gusta como nos tratan, mandar notas diplomáticas y decir ni un muerto más. Hasta ahí llegó nuestra furia. Y cuando Estados Unidos en voz de Chertoff nos dice: Yo lo maté ¿y qué chingados? Entonces nos quedamos mudos, impotentes y hacemos más berrinches, pero al final, sumisos, obedientes, volveremos a hacer una fila de tres horas y seremos educaditos, sonrientes y miedosos con el déspota migra que toma nuestra visa, observa nuestro rostro y se divierte intimidándonos un rato mientras decide si nos deja entrar a su país a gastar nuestro salario.