Empiezo a creer que a lo mejor la Virgen de Guadalupe sí se apareció en el Tepeyac, que el Mar Rojo se abrió ante el paso de los hebreos, que los peces y los panes se multiplicaron, que el agua se convirtió en vino. Sí, ¿Por qué no voy a creerlo? Los MILAGROS existen. Sí, existen. TIGRES apaleó 4-1 a las aguiluchas en el Azteca ¿Por qué no creer entonces que se puede caminar sobre las aguas del océano o calmar las tempestades?
Voy a ser sincero. Luego de lo visto el jueves por la noche mi ánimo y mi fe yacían seis metros bajo tierra en alguna oscura tumba. Yo se que un buen aficionado diría que debe creer en su equipo hasta que el árbitro pite el final del partido de vuelta, pero yo había perdido toda la fe. Mi deseo más optimista, era que el equipo fuera al Azteca a cerrar con dignidad, que ganara el partido al menos por un gol aunque no pasara. No pedía más. Incrédulo yo, diría: No puedo exigir milagros. Ni modo. Hay que exigir sólo lo posible. Con un ánimo funerario en lo futbolístico encaré el partido y debo confesar que aún me cuesta trabajo despertar del sueño Ya me di uno, dos, tres pellizcos. Ya me arrojé agua fría en la cara. No, no estoy dormido. Cada que alguien me felicita en la calle me recuerda que es cierto, que Tigres está en semifinales, que desplumaron al petulante superlíder. En el futbol como en la vida misma existen en algún lugar del Universo rayitos de esperanza que te ayudan a creer en lo imposible. Nunca antes había sentido tanta solidaridad futbolística. México está lleno de personas que hacen del odio al América un sacramento. Por ello hoy en día todos aman a mis Tigres. Uno de los grandes placeres orgásmicos de millones de mexicanos, es ver perder a las aguiluchas de Televisa y hoy mis Tigres les dieron ese placer. Por lo que a mí respecta, el América ni me va ni me viene, es un equipo más y me es tan indiferente como Cruz Azul, Pumas o cualquier equipo chilango. Lo que no me es indiferente es que era el superlíder y arrastraba una campaña barredora con la que Tigres acabó de golpe y porrazo.
Y sí señores, el América me es indiferente como equipo. Desgraciadamente las rayas no me son indiferentes y allá nos aguardan para jugar el Clásico. Sí señores, en el CLASICO con mayúsculas, el único Clásico de Clásicos que existe en México, el único con todos los ingredientes. Y miren señores, el Clásico se cuece aparte. Es un punto y aparte en el Universo, un planeta diferente donde la lógica no rige. Me da gusto que de a las mierdozas rayas como favoritas. Me da gusto que su piojoso entrenador le tenga tanto miedo al Divino Gaitán y de instrucciones de anularlo. Ellos son favoritos. Lo se, lo admito. Me da gusto. El único lenguaje que entiendo es el que se habla en la cancha. Por ahora, sólo me resta decirles, los Milagros existen, ARRIBA LOS TIGRES.
Voy a ser sincero. Luego de lo visto el jueves por la noche mi ánimo y mi fe yacían seis metros bajo tierra en alguna oscura tumba. Yo se que un buen aficionado diría que debe creer en su equipo hasta que el árbitro pite el final del partido de vuelta, pero yo había perdido toda la fe. Mi deseo más optimista, era que el equipo fuera al Azteca a cerrar con dignidad, que ganara el partido al menos por un gol aunque no pasara. No pedía más. Incrédulo yo, diría: No puedo exigir milagros. Ni modo. Hay que exigir sólo lo posible. Con un ánimo funerario en lo futbolístico encaré el partido y debo confesar que aún me cuesta trabajo despertar del sueño Ya me di uno, dos, tres pellizcos. Ya me arrojé agua fría en la cara. No, no estoy dormido. Cada que alguien me felicita en la calle me recuerda que es cierto, que Tigres está en semifinales, que desplumaron al petulante superlíder. En el futbol como en la vida misma existen en algún lugar del Universo rayitos de esperanza que te ayudan a creer en lo imposible. Nunca antes había sentido tanta solidaridad futbolística. México está lleno de personas que hacen del odio al América un sacramento. Por ello hoy en día todos aman a mis Tigres. Uno de los grandes placeres orgásmicos de millones de mexicanos, es ver perder a las aguiluchas de Televisa y hoy mis Tigres les dieron ese placer. Por lo que a mí respecta, el América ni me va ni me viene, es un equipo más y me es tan indiferente como Cruz Azul, Pumas o cualquier equipo chilango. Lo que no me es indiferente es que era el superlíder y arrastraba una campaña barredora con la que Tigres acabó de golpe y porrazo.
Y sí señores, el América me es indiferente como equipo. Desgraciadamente las rayas no me son indiferentes y allá nos aguardan para jugar el Clásico. Sí señores, en el CLASICO con mayúsculas, el único Clásico de Clásicos que existe en México, el único con todos los ingredientes. Y miren señores, el Clásico se cuece aparte. Es un punto y aparte en el Universo, un planeta diferente donde la lógica no rige. Me da gusto que de a las mierdozas rayas como favoritas. Me da gusto que su piojoso entrenador le tenga tanto miedo al Divino Gaitán y de instrucciones de anularlo. Ellos son favoritos. Lo se, lo admito. Me da gusto. El único lenguaje que entiendo es el que se habla en la cancha. Por ahora, sólo me resta decirles, los Milagros existen, ARRIBA LOS TIGRES.