Eterno Retorno

Saturday, June 25, 2005

Pasos de Gutenberg
El palacio de la noche eterna
José María Latorre
Alfaguara

Por Daniel Salinas Basave

No se puede decir que José María Latorre derroche originalidad en su novela El palacio de la noche eterna.
Digamos que el autor no se preocupó en lo más mínimo por apartarse de los más machacados clichés de la novela de terror.
Empezando por el título y la portada, uno se hace una idea bastante clara del tipo de libro que tiene en sus manos.
Parece evidente que al autor no le importó pasarse de estereotípico con su trama y sus escenarios; una vieja aldea inglesa, neblina omnipresente, un castillo cubierto de moho y penumbra, una misteriosa familia aristocrática, y un huésped húngaro que se dedica al estudio de las ciencias ocultas pueden sonar a un cliché al que muchas veces le han saco jugo las plumas del terror.
Pero ojo, si bien la falta de originalidad puede ser un pecado, no se vale en este caso afirmar que de al traste con toda la novela.
De hecho, con todo y sus lugares demasiado comunes, El palacio de la noche eterna es una buena obra dentro de las aspiraciones de su género.
Vaya, por lo menos entretiene y mantiene un suspenso más o menos constante y si bien adolece de una absoluta falta de ambición por tomar riesgos estructurales, la novela mantiene el buen ritmo dentro de su convencional forma.
La historia trata sobre el retorno de una acaudalada familia a su viejo castillo en una aldea de Inglaterra, después de una ausencia de 10 años que pasaron viviendo en Sudáfrica.
Es narrada en primera persona por Cristopher, un estudiante de 20 años que habita en esa aldea y que en la infancia fue muy amigo de Jeremy, el hijo de la familia exiliada a Sudáfrica.
El retorno de la familia al castillo coincide con una serie de extraños acontecimientos que comienzan con la llegada de un viajero húngaro que se convierte en huésped de la casa de Cristopher y una serie de profanaciones en las tumbas del cementerio local.
Tratándose de una novela que apuesta a la sorpresa y el suspenso constante, es mejor poner punto final a los detalles anecdóticos de la misma.
Ya con estas descripciones, el lector se podrá hacer una idea más o menos clara del tipo de historia a la que se enfrentará.
Se trata de un relato entretenido, fácil, apto para adolescentes o para lectores que no gustan de ser demasiado exigidos.
Tal vez Latorre no será el Lovecraft del Siglo XXI ni revolucionará el género de terror, pero por lo menos será capaz de recetar más de un sobresalto a sus lectores, máxime si se toma este libro a la luz de una vela en una oscura noche de tormenta.