Mártires de una cruz llamada gol de visitante
Odio decir se los dije, pero... se los dije. Cuando un equipo italiano está parado en una cancha, debes marcarlo favorito, pues ellos traen bajo el brazo un conejo de la suerte o un trébol de cuatro hojas o un pacto con no se qué demonio, pero lo cierto es que irremediablemente, se salen con la suya. Cuando los das por muertos, sacan de lo más profundo de su calcetín un as con el que resuelven el asunto. Así se en el último minuto, así hayan parido cuates todo el juego, los italianos siempre ríen al último. PSV Eindhoven y Milán jugaron las semifinales de la Champions. Los holandeses fueron superiores durante los 180 minutos de duración del encuentro en dos capítulos. Propusieron el futbol, hicieron el gasto físico, se arriesgaron a muerte y sin embargo perdieron. 3-3 fue el saldo de los 180 minutos. 2-0 Ganó Milán en San Siro, 3-1 Eindhoven en el Philips. Luego de ver el juego de hoy, no pude menos que ponerme la camiseta de PSV. Que enjundia, que ganas, que propuesta ofensiva. Se la partieron bien y bonito para conseguir su objetivo y temporalmente lo consiguieron. Se pusieron 2-0- Listos para el tiempo extra o los penales, pero los rojinegros reaccionaron como un moribundo que dispara a su oponente cuando este se acerca a dar el tiro de gracia. 1-2 en el minuto 90. Todavía en tiempo de compensación los de Eindhoven reaccionaron y pusieron el 3-1, para hacer más dramática la tragedia, para morir como los grandes mártires de esa cruz de injusticia llamada gol de visitante. No hay pierde ni vuelta de hoja. Los de Holanda fueron mucho mejores. Ni modo. Las reglas estaban escritas. Hoy no ganó el mejor. En realidad, casi nunca gana. Así de injusto, como la vida misma, es el futbol. Será por eso que amo tanto este deporte.
Odio decir se los dije, pero... se los dije. Cuando un equipo italiano está parado en una cancha, debes marcarlo favorito, pues ellos traen bajo el brazo un conejo de la suerte o un trébol de cuatro hojas o un pacto con no se qué demonio, pero lo cierto es que irremediablemente, se salen con la suya. Cuando los das por muertos, sacan de lo más profundo de su calcetín un as con el que resuelven el asunto. Así se en el último minuto, así hayan parido cuates todo el juego, los italianos siempre ríen al último. PSV Eindhoven y Milán jugaron las semifinales de la Champions. Los holandeses fueron superiores durante los 180 minutos de duración del encuentro en dos capítulos. Propusieron el futbol, hicieron el gasto físico, se arriesgaron a muerte y sin embargo perdieron. 3-3 fue el saldo de los 180 minutos. 2-0 Ganó Milán en San Siro, 3-1 Eindhoven en el Philips. Luego de ver el juego de hoy, no pude menos que ponerme la camiseta de PSV. Que enjundia, que ganas, que propuesta ofensiva. Se la partieron bien y bonito para conseguir su objetivo y temporalmente lo consiguieron. Se pusieron 2-0- Listos para el tiempo extra o los penales, pero los rojinegros reaccionaron como un moribundo que dispara a su oponente cuando este se acerca a dar el tiro de gracia. 1-2 en el minuto 90. Todavía en tiempo de compensación los de Eindhoven reaccionaron y pusieron el 3-1, para hacer más dramática la tragedia, para morir como los grandes mártires de esa cruz de injusticia llamada gol de visitante. No hay pierde ni vuelta de hoja. Los de Holanda fueron mucho mejores. Ni modo. Las reglas estaban escritas. Hoy no ganó el mejor. En realidad, casi nunca gana. Así de injusto, como la vida misma, es el futbol. Será por eso que amo tanto este deporte.