Tú nunca caminarás solo-Liverpool 1-0 Chelsea
Revive la leyenda de Anfield Road
El último barco ha salido del puerto de Liverpool. Once caballeros vestidos de rojo lo han abordado. Su destino es Estambul. Su objetivo, traerse de regreso en ese barco una copa de orejas grandes.
El noble caballero se impuso al nuevo rico. La sangre azul que corre por la roja camiseta del histórico Puerto, ahogó las pretensiones arribistas de los millonarios de moda del Oeste de Londres. A veces para imponerse en las grandes batallas, hace falta historia y apellido en el escudo de armas, esos que le sobran al Liverpool y le faltan al Chelsea.
Al pisar el pasto sagrado de Anfiled Road, los hombres de Mourinhno debieron recordar la frase que enmarca el escudo de los rojos del Puerto: You Never Walk Alone. Y es que al escuchar miles de gargantas frenéticas ahogando un grito escarlata, al visitante le quedó más claro que nunca que en Anfiled los Reds nunca caminan solos. Imaginé una batalla europea cerrada, tensa, acaso de tiempos extras y penales, pero desde los tres minutos, los locales conjuraron el único marcador que podía forzar el alargue. Impresionante la flexibilidad de Milan Baros. El tocayo de su paisano Kundera se metió al área londinesa como cuchillo en mantequilla. Y lo primero que gritamos al verlo planchado por su otro paisano, el portero Cech, fue PENAL y apenas nos percatamos de la ley de la ventaja y de un español que contrario a la ibérica costumbre, no llegó tarde a la cita. Luis García encontró un balón mostrenco en el prohibido territorio del área chica y bombeó hacia una portería semidesnuda. Y digo semidesnuda, porque si bien el arquero Cech yacía sobre la hierba, el francés Gallas casi llegaba puntual a la cita. Estiró su larga pierna morena y enganchó la pelota bombeada por García, pero llegó una media fracción de segundo tarde, esa fracción fatal, suficiente para que la sombra de la circunferencia esférica rebasara por aire la frontera entre la Gloria y el Infierno. ¿Cruzó esa frontera la pelota? ¿O se quedó en el intento como un mojado que busca sin éxito burlar a la Patrulla Fronteriza? No lo se. Creo que la espontaneidad con que Luis García levantó los brazos y sonrío y los débiles por no decir inexistentes reclamos de Chelsea, son la mejor prueba de que esa pelota entró. Pero ¿Que sería de los grandes partidos sin la polémica inmortalizada en el recuerdo como un tatuaje incómodo? Eso fue en el minuto tres señores. Faltaba mucho, muchísimo, una eternidad. Imaginé que veríamos un concierto de Chelsea con triangulaciones, paredes centellantes, cambios de juego de 50 metros y mortíferas diagonales en área chica, pero no. Al Chelsea le chuparon la creatividad con una aspiradora, o la muralla roja que plantó Rafa Benítez fue infranqueable como un muro de Berlín. Disfruto mucho ver a un equipo defenderse con fe, con el coraje de alguien que lucha por su vida y defiende con los huevos y el alma ese gol dudoso. Esos seis minutos de agregado fueron los más eternos de la historia del gran puerto y cuando la rubia pesadilla islandesa Gudjohnsen asestó un último y casi letal latigazo, el aire y el alma abandonaron por un momento el cuerpo de los miles de aficionados. Pero llegó el silbatazo final y se consumó la hazaña. 20 años después, los Reds vuelven a disputar la orejona. El último barco ha salido del puerto de Liverpool y va directo y sin escalas hasta Estambul
Me quedó con las shakespereanas dudas expresadas en la página de Chelsea, en donde cual Hamlet del área chica, se cuestionan sobre el gol que les arrebató el sueño europeo.
Was it a goal? Was it a penalty if not a goal and maybe a sending off offence? It was too close to call even on television replays, it was certainly controversial and Chelsea?s complaints were impossible to prove justified or unjustified.
Y sí, imposible no reconocer que Liverpool comenzó a ganar el partido desde el momento en que los jugadores escucharon el retumbar de la gritería, en la grada.
Anfield was an awesome barrage of noise before kick-off with the whole ground supporting the team, but the Kop?s noise turned to boos when Terry won the toss and made Liverpool attack that end in the first-half.
Esta fue la historia y yo sólo puedo afirmar, que el próximo 25 de mayo traeré bien puesta mi roja camiseta de Liverpool. En verdad me haría feliz verlos campeones.
Revive la leyenda de Anfield Road
El último barco ha salido del puerto de Liverpool. Once caballeros vestidos de rojo lo han abordado. Su destino es Estambul. Su objetivo, traerse de regreso en ese barco una copa de orejas grandes.
El noble caballero se impuso al nuevo rico. La sangre azul que corre por la roja camiseta del histórico Puerto, ahogó las pretensiones arribistas de los millonarios de moda del Oeste de Londres. A veces para imponerse en las grandes batallas, hace falta historia y apellido en el escudo de armas, esos que le sobran al Liverpool y le faltan al Chelsea.
Al pisar el pasto sagrado de Anfiled Road, los hombres de Mourinhno debieron recordar la frase que enmarca el escudo de los rojos del Puerto: You Never Walk Alone. Y es que al escuchar miles de gargantas frenéticas ahogando un grito escarlata, al visitante le quedó más claro que nunca que en Anfiled los Reds nunca caminan solos. Imaginé una batalla europea cerrada, tensa, acaso de tiempos extras y penales, pero desde los tres minutos, los locales conjuraron el único marcador que podía forzar el alargue. Impresionante la flexibilidad de Milan Baros. El tocayo de su paisano Kundera se metió al área londinesa como cuchillo en mantequilla. Y lo primero que gritamos al verlo planchado por su otro paisano, el portero Cech, fue PENAL y apenas nos percatamos de la ley de la ventaja y de un español que contrario a la ibérica costumbre, no llegó tarde a la cita. Luis García encontró un balón mostrenco en el prohibido territorio del área chica y bombeó hacia una portería semidesnuda. Y digo semidesnuda, porque si bien el arquero Cech yacía sobre la hierba, el francés Gallas casi llegaba puntual a la cita. Estiró su larga pierna morena y enganchó la pelota bombeada por García, pero llegó una media fracción de segundo tarde, esa fracción fatal, suficiente para que la sombra de la circunferencia esférica rebasara por aire la frontera entre la Gloria y el Infierno. ¿Cruzó esa frontera la pelota? ¿O se quedó en el intento como un mojado que busca sin éxito burlar a la Patrulla Fronteriza? No lo se. Creo que la espontaneidad con que Luis García levantó los brazos y sonrío y los débiles por no decir inexistentes reclamos de Chelsea, son la mejor prueba de que esa pelota entró. Pero ¿Que sería de los grandes partidos sin la polémica inmortalizada en el recuerdo como un tatuaje incómodo? Eso fue en el minuto tres señores. Faltaba mucho, muchísimo, una eternidad. Imaginé que veríamos un concierto de Chelsea con triangulaciones, paredes centellantes, cambios de juego de 50 metros y mortíferas diagonales en área chica, pero no. Al Chelsea le chuparon la creatividad con una aspiradora, o la muralla roja que plantó Rafa Benítez fue infranqueable como un muro de Berlín. Disfruto mucho ver a un equipo defenderse con fe, con el coraje de alguien que lucha por su vida y defiende con los huevos y el alma ese gol dudoso. Esos seis minutos de agregado fueron los más eternos de la historia del gran puerto y cuando la rubia pesadilla islandesa Gudjohnsen asestó un último y casi letal latigazo, el aire y el alma abandonaron por un momento el cuerpo de los miles de aficionados. Pero llegó el silbatazo final y se consumó la hazaña. 20 años después, los Reds vuelven a disputar la orejona. El último barco ha salido del puerto de Liverpool y va directo y sin escalas hasta Estambul
Me quedó con las shakespereanas dudas expresadas en la página de Chelsea, en donde cual Hamlet del área chica, se cuestionan sobre el gol que les arrebató el sueño europeo.
Was it a goal? Was it a penalty if not a goal and maybe a sending off offence? It was too close to call even on television replays, it was certainly controversial and Chelsea?s complaints were impossible to prove justified or unjustified.
Y sí, imposible no reconocer que Liverpool comenzó a ganar el partido desde el momento en que los jugadores escucharon el retumbar de la gritería, en la grada.
Anfield was an awesome barrage of noise before kick-off with the whole ground supporting the team, but the Kop?s noise turned to boos when Terry won the toss and made Liverpool attack that end in the first-half.
Esta fue la historia y yo sólo puedo afirmar, que el próximo 25 de mayo traeré bien puesta mi roja camiseta de Liverpool. En verdad me haría feliz verlos campeones.