Dos aficionados viven en mí
Alguna vez he dicho que dentro de mi alma habitan dos aficionados al futbol. Uno que es sentimental, pasional, radical e intolerante y que sigue hasta la muerte a los Tigres de la UANL. Pero también existe un aficionado serio, analítico, con mentalidad de director técnico, que puede chutarse cinco partidos seguidos de la Premier o de la Champions, o de Italia, de España y Argentina sin aburrirse jamás.
Mi parte pasional, es decir la parte Tigre, carece de cualquier sentido de imparcialidad. Cuando Tigres está en una cancha, soy otra persona y lo único que deseo es que gane, aunque sea con errores arbitrales y jugando feo. Cuando en la cancha no está Tigres, lo único que deseo es ver muy buen futbol.
Digo esto, porque me doy cuenta que conforme crezco, el futbol mexicano me aburre cada vez más. De hecho, es rarísimo que yo vea futbol mexicano si el partido en cuestión no es de los Tigres. Dicho en otras palabras, el futbol mexicano me interesa únicamente por los Tigres y el resto me aburre mucho. Hace mucho, siendo soltero, aún me chutaba dos tres juegos de equipos mexicanos, pero lo cierto es que desde un tiempo para acá he dejado de ponerle atención a los demás equipos. En cambio, cada fin de semana siempre me aviento mínimo un juego de Inglaterra o de Italia o de España y por supuesto, de la Champions. Los América vs Chivas, Pumas, Cruz Azul y demás me tienen sin cuidado. Escribo esto, porque muchísima gente me ha preguntado a quién le voy en la final. La verdad me vale un carajo. Por mi águilas y tecolotes se pueden desplumar. Yo no lo veré o por lo menos no haré ningún esfuerzo por verlo ni abandonaré alguna actividad para poner atención a esa porquería de juego. De verdad señores, me vale madre quién gane. Me cuesta trabajo creer que todo un país viva obsesionado odiando u amando al América. Tecos, el equipo con menos afición de México, la encarnación de una universidad fascista y mojigata, tiene hoy en día más aficionados que nunca, pues los millones de tipos que odian con fervor a las águilas están con ellos. Me da risa ver como los aficionados pumas, cruzazulinos y chivas y la mariposa monarca de Josera, puedan desgarrar sus tripas en odiar a un equipo. A mí el América ni me va ni me viene. Me tiene tan sin cuidado, como me tienen sin cuidado Cruz Azul y Pumas. Los tres son la misma chilangada y yo los corto con la misma tijera pues me aburren por igual.
Ayer al medio día, mientras yo permanecía pegado a un televisor siguiendo las incidencias del Liverpool vs Milán, mucha gente me preguntaba ¿Y quién está jugando? ¿Y ese juego de qué es? Con desinterés e ignorancia total, extrañados de mi obsesión con semejante manjar futbolístico. Pero eso sí, todos esos imbéciles hablando vida y milagros del América vs Tecos, sobándose las manos como si semejante pedazo de mediocridad futbolera fuera a ser el platillo del año.
El aficionado mexicano promedio no sabe un carajo de futbol. Sí, es cierto, hay millones de tipos que aman o dicen amar este deporte, pero sí realmente lo apreciaran, estarían viendo juegos de la Champions o de la Premier y no perderían su tiempo con el América vs Tecos. Por favor.
El Esto es el reflejo puro y absoluto de la ignorancia futbolera. Vean su portada de hoy, ni por asomo menciona la hazaña de la Champions, la refunden perdida en interiores. Para los mexicanos el futbol es un asunto de borrachera, carrilla, de joderle la madre al prójimo, desearle la derrota al América y amar a la selección mexicana sobre todas las cosas como la virgencita de Guadalupe. Pero bueno, esa es la forma pedante en que el aficionado analítico y frío que vive en mí ve el futbol. Mi parte pasional comprende perfectamente que puedas hacer cualquier sacrificio por ver un mal juego. Yo he ido al estadio con los 5 grados centígrados de invierno regio a congelarme en las tribunas con un Tigres vs Irapuato y para no ir más lejos, fui capaz de viajar más de cinco mil kilómetros por tierra desde Boston hasta Monterrey sólo para llegar a tiempo a ver la final de Primera A Tigres vs Atlético Hidalgo. Y es que cuando el amor está de por medio, el buen futbol pasa a segundo término.
Alguna vez he dicho que dentro de mi alma habitan dos aficionados al futbol. Uno que es sentimental, pasional, radical e intolerante y que sigue hasta la muerte a los Tigres de la UANL. Pero también existe un aficionado serio, analítico, con mentalidad de director técnico, que puede chutarse cinco partidos seguidos de la Premier o de la Champions, o de Italia, de España y Argentina sin aburrirse jamás.
Mi parte pasional, es decir la parte Tigre, carece de cualquier sentido de imparcialidad. Cuando Tigres está en una cancha, soy otra persona y lo único que deseo es que gane, aunque sea con errores arbitrales y jugando feo. Cuando en la cancha no está Tigres, lo único que deseo es ver muy buen futbol.
Digo esto, porque me doy cuenta que conforme crezco, el futbol mexicano me aburre cada vez más. De hecho, es rarísimo que yo vea futbol mexicano si el partido en cuestión no es de los Tigres. Dicho en otras palabras, el futbol mexicano me interesa únicamente por los Tigres y el resto me aburre mucho. Hace mucho, siendo soltero, aún me chutaba dos tres juegos de equipos mexicanos, pero lo cierto es que desde un tiempo para acá he dejado de ponerle atención a los demás equipos. En cambio, cada fin de semana siempre me aviento mínimo un juego de Inglaterra o de Italia o de España y por supuesto, de la Champions. Los América vs Chivas, Pumas, Cruz Azul y demás me tienen sin cuidado. Escribo esto, porque muchísima gente me ha preguntado a quién le voy en la final. La verdad me vale un carajo. Por mi águilas y tecolotes se pueden desplumar. Yo no lo veré o por lo menos no haré ningún esfuerzo por verlo ni abandonaré alguna actividad para poner atención a esa porquería de juego. De verdad señores, me vale madre quién gane. Me cuesta trabajo creer que todo un país viva obsesionado odiando u amando al América. Tecos, el equipo con menos afición de México, la encarnación de una universidad fascista y mojigata, tiene hoy en día más aficionados que nunca, pues los millones de tipos que odian con fervor a las águilas están con ellos. Me da risa ver como los aficionados pumas, cruzazulinos y chivas y la mariposa monarca de Josera, puedan desgarrar sus tripas en odiar a un equipo. A mí el América ni me va ni me viene. Me tiene tan sin cuidado, como me tienen sin cuidado Cruz Azul y Pumas. Los tres son la misma chilangada y yo los corto con la misma tijera pues me aburren por igual.
Ayer al medio día, mientras yo permanecía pegado a un televisor siguiendo las incidencias del Liverpool vs Milán, mucha gente me preguntaba ¿Y quién está jugando? ¿Y ese juego de qué es? Con desinterés e ignorancia total, extrañados de mi obsesión con semejante manjar futbolístico. Pero eso sí, todos esos imbéciles hablando vida y milagros del América vs Tecos, sobándose las manos como si semejante pedazo de mediocridad futbolera fuera a ser el platillo del año.
El aficionado mexicano promedio no sabe un carajo de futbol. Sí, es cierto, hay millones de tipos que aman o dicen amar este deporte, pero sí realmente lo apreciaran, estarían viendo juegos de la Champions o de la Premier y no perderían su tiempo con el América vs Tecos. Por favor.
El Esto es el reflejo puro y absoluto de la ignorancia futbolera. Vean su portada de hoy, ni por asomo menciona la hazaña de la Champions, la refunden perdida en interiores. Para los mexicanos el futbol es un asunto de borrachera, carrilla, de joderle la madre al prójimo, desearle la derrota al América y amar a la selección mexicana sobre todas las cosas como la virgencita de Guadalupe. Pero bueno, esa es la forma pedante en que el aficionado analítico y frío que vive en mí ve el futbol. Mi parte pasional comprende perfectamente que puedas hacer cualquier sacrificio por ver un mal juego. Yo he ido al estadio con los 5 grados centígrados de invierno regio a congelarme en las tribunas con un Tigres vs Irapuato y para no ir más lejos, fui capaz de viajar más de cinco mil kilómetros por tierra desde Boston hasta Monterrey sólo para llegar a tiempo a ver la final de Primera A Tigres vs Atlético Hidalgo. Y es que cuando el amor está de por medio, el buen futbol pasa a segundo término.