Pasos de Gutenberg
La lotería de San Jorge
Álvaro Uribe
TusQuets
Por Daniel Salinas Basave
Hará unos tres años, cayó en mis manos una novela titulada ?Por su nombre?, escrita por un tal Álvaro Uribe.
Lo que encontré fue una obsesiva pulcritud de prosa mantenida sin alteraciones a lo largo de toda la novela, que ciertamente no es corta.
Imaginé un autor con alma de relojero, una suerte de matemático dado a la tarea de colocar una cintra métrica en cada párrafo. Una novela que pese a estar obsesionada con la forma, no sacrificó el fondo. Al final, quedó un buen sabor de boca.
Ahora ha caído en mis manos La lotería de San Jorge, una novela que si bien derrocha riqueza formal, algo que parece ser la marca de la pluma de Uribe, no tiene una estructura tan pulcra como la antecesora.
Al igual que hiciera Conrad en Nostromo, Uribe construye en su novela una hipotética república latinoamericana denominada San Jorge, cuya capital es Georgina.
Uno busca de inmediato paralelismos, pero lo cierto es que siendo la historia latinoamericana tan repetitiva, San Jorge puede ser cualquier país de Centroamérica o del Caribe.
La novela nos cuenta la típica historia de un proceso revolucionario del Siglo XX,un cuento absurdo que hemos escuchado más de una vez. Una herencia decimonónica de estériles y eternas batallas de liberales contra conservadores, un movimiento revolucionario que busca instaurar la igualdad en el país, una dictadura despótica y como cereza en el pastel, las tropas estadounidenses respaldando al dictador y buscando exterminar todo brote que huela a comunismo.
Sin embargo, el cuento de la revolución es sólo el telón de fondo, el marco en el que se tejen una serie de historias que se vuelven complicadas en la medida que la aleatoriedad cumple en ellas sus caprichos.
Tras un prólogo en el que un corresponsal extranjro recibe un billete de lotería de manos de un anciano vendedor ciego, la novela comienza por narrarnos la hisotria del comandante revolucionario Facundo Barrero y su lugarteniente Francisco Talavera, siendo este último quien narra en primera persona. Es el año de 1929 y Facundo es algo así como un Augusto César Sandino de San Jorge, una figura de leyenda que desafía a la dictadura y humilla a los estadounidenses
En el segundo capítulo, la historia da un salto de 40 años. Ahora estamos en el 68 jorgiano, que al igual que en México y París, es un año embriagado en el licor de la utopía.
Barriacadas en las calles, pintas rojinegras en los muros de la universidad, estudiantes con delirios de redentores sociales. Nada que por estos rumbos no conozcamos. La revuelta estudiantil, deriva en guerrilla urbana y ahora asistimos a la historia de un par de estudiantes transformados en guerrilleros y por supuesto, no falta tampoco una historia de amor. Pero mejor aquí la dejamos, pues no pretende Pasos de Gutenberg contarle a usted una novela que dicho sea de paso, vale la pena ser leída. Baste señalar que la historia me pareció un tributo a la siempre absurda música del azar, una ofrenda depositada en el caprichoso altar de la aleatoriedad, círculos perfectos y eternos retornos encerrados en una prosa que en ningún párrafo pierde su vocación de ser perfecta.
La lotería de San Jorge
Álvaro Uribe
TusQuets
Por Daniel Salinas Basave
Hará unos tres años, cayó en mis manos una novela titulada ?Por su nombre?, escrita por un tal Álvaro Uribe.
Lo que encontré fue una obsesiva pulcritud de prosa mantenida sin alteraciones a lo largo de toda la novela, que ciertamente no es corta.
Imaginé un autor con alma de relojero, una suerte de matemático dado a la tarea de colocar una cintra métrica en cada párrafo. Una novela que pese a estar obsesionada con la forma, no sacrificó el fondo. Al final, quedó un buen sabor de boca.
Ahora ha caído en mis manos La lotería de San Jorge, una novela que si bien derrocha riqueza formal, algo que parece ser la marca de la pluma de Uribe, no tiene una estructura tan pulcra como la antecesora.
Al igual que hiciera Conrad en Nostromo, Uribe construye en su novela una hipotética república latinoamericana denominada San Jorge, cuya capital es Georgina.
Uno busca de inmediato paralelismos, pero lo cierto es que siendo la historia latinoamericana tan repetitiva, San Jorge puede ser cualquier país de Centroamérica o del Caribe.
La novela nos cuenta la típica historia de un proceso revolucionario del Siglo XX,un cuento absurdo que hemos escuchado más de una vez. Una herencia decimonónica de estériles y eternas batallas de liberales contra conservadores, un movimiento revolucionario que busca instaurar la igualdad en el país, una dictadura despótica y como cereza en el pastel, las tropas estadounidenses respaldando al dictador y buscando exterminar todo brote que huela a comunismo.
Sin embargo, el cuento de la revolución es sólo el telón de fondo, el marco en el que se tejen una serie de historias que se vuelven complicadas en la medida que la aleatoriedad cumple en ellas sus caprichos.
Tras un prólogo en el que un corresponsal extranjro recibe un billete de lotería de manos de un anciano vendedor ciego, la novela comienza por narrarnos la hisotria del comandante revolucionario Facundo Barrero y su lugarteniente Francisco Talavera, siendo este último quien narra en primera persona. Es el año de 1929 y Facundo es algo así como un Augusto César Sandino de San Jorge, una figura de leyenda que desafía a la dictadura y humilla a los estadounidenses
En el segundo capítulo, la historia da un salto de 40 años. Ahora estamos en el 68 jorgiano, que al igual que en México y París, es un año embriagado en el licor de la utopía.
Barriacadas en las calles, pintas rojinegras en los muros de la universidad, estudiantes con delirios de redentores sociales. Nada que por estos rumbos no conozcamos. La revuelta estudiantil, deriva en guerrilla urbana y ahora asistimos a la historia de un par de estudiantes transformados en guerrilleros y por supuesto, no falta tampoco una historia de amor. Pero mejor aquí la dejamos, pues no pretende Pasos de Gutenberg contarle a usted una novela que dicho sea de paso, vale la pena ser leída. Baste señalar que la historia me pareció un tributo a la siempre absurda música del azar, una ofrenda depositada en el caprichoso altar de la aleatoriedad, círculos perfectos y eternos retornos encerrados en una prosa que en ningún párrafo pierde su vocación de ser perfecta.